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INKORRUPTIBLES. Misceláneas sociopolíticas

Cognición y Epistemología. Política y Sociedad, Estado, Democracia, Legitimidad, Representatividad, Equidad Social, Colonización Cultural, Informalidad y Precariedad Laborales, Cleptocracia, Neoconservadurismo, Gobiernos Neoliberales, Vulnerabilidad, Marginaciones, y Exclusión Colectivas y Masivas, Kirchnerismo Peronista, Humanidades, Sociología, Ciudadanía Plena, Descolectivización e Individualismo, Derechos Sociopolíticos, Flexibilidad ocupacional. Migraciones Laborales. Discriminaciones por Género, y Étnico-raciales, Políticas Socioeconómicas, Liberalismo neoconservador, Regímenes neoliberales de acumulación, Explotación laboral, Mercado de trabajo, Flexibilización y precariedad ocupacional, Desempleo, subocupación, subempleo, Trabajo informal...

DE LA “IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA” A LA “INVENCIÓN DE LO POLÍTICO” [I] - Juan Labiaguerre

WRIGHT MILLS, ENTRE LA HISTORIA, LA SOCIOLOGÍA Y LA POLÍTICA: LAS DIFERENCIACIONES INSTITUCIONALES

            En estrecha o indirecta vinculación teórico-metodológica con la concepción weberiana, aunque también relativamente bajo la influencia historiográfica desplegada por las escuelas de raigambre marxista, se conformó una corriente sociológica orientada hacia la investigación de índole comparativa, mediante la utilización de un método de carácter tipológico, y dedicada -en lo esencial- al abordaje de procesos sociohistóricos, encasilladas en algunos casos a través del rótulo de historia social. Habermas sostiene que dentro de tal lineamiento investigativo “la dinámica de la lucha de clases” recibe un tratamiento con énfasis diferenciados, de acuerdo a posicionamientos divergentes, como aquellos reflejados en las obras de Charles Wright Mills, Reinhard Bendix y Barrington Moore, entre otros.

            Entre los numerosos estudios abarcados por el mencionado conjunto de autores, puede citarse -a modo de ejemplo- el original planteo, efectuado por Moore, acerca de la incompatibilidad existente entre la vigencia de un sistema político democrático y la presencia de una elite poderosa en el ámbito económico y social agrario. Este teórico analizó los procesos de transición operados, a partir de las instituciones correspondientes a sociedades de índole “rural”, en orden a la configuración de las colectividades modernas, haciendo hincapié en el rol desempeñado en dicha evolución por las “clases agrarias”. Bajo tal contextualización conceptual, procede a examinar las causas de la emergencia de tres modelos diferenciados, en términos de resultantes político-institucionales, respecto de posiciones y actitudes heterogéneas de dichas clases sociales en distintos países. En ese sentido, compara las democracias burguesas (Inglaterra, Francia y Estados Unidos), el régimen “fascista” (Alemania y Japón), y el sistema comunista (China y la URSS). Dicha concepción implica un replanteo que conduce al cuestionamiento del enfoque convencional acerca de la vía habitual, considerada en términos de clásica, respecto de los cambios intrínsecos al sistema democrático, aun teniendo en cuenta aquellas sociedades caracterizadas por atributos “modernos” [[1]].

            Los resultados de su investigación indican que únicamente en aquellas situaciones en las cuales la elite agraria no cumplió una función esencial, o relevante, dentro del proceso transicional con destino a la institucionalización sociopolítica de carácter moderno, es decir donde su poder fue erosionado sobre la base del propio devenir de la modernización, se logró acceder a una democracia de raigambre liberal. Más allá de comprobar la correlación existente entre ambos factores puestos en confrontación, Moore desatiende la explicación de los motivos profundos que conducen al debilitamiento de aquella elite, socavando los fundamentos de su poderío, de manera que no pormenoriza la estructura social que condiciona la incompatibilidad de la conservación de su fortaleza con la viabilidad de las instituciones democráticas. Por otro lado, indica que...

            Hay algo más que un mero impulso dialéctico en la afirmación de que la libertad, para prosperar vigorosamente, presupone la existencia de un grupo oprimido. Quizá constituye esto tanto la tragedia como la gloria de la libertad. Una vez que se ha alcanzado el ideal o se está cerca de su realización, desaparece la energía motriz del descontento y la sociedad acepta abúlicamente las cosas durante algún tiempo tal como son. Algo de esto parece haber sucedido en Estados Unidos...[[2]].

            En síntesis, de la metodología descriptivo-comparativa aplicada por el autor señalado se induce simplemente que la supresión, o neutralización, del accionar de la oligarquía agraria constituye un requisito sine-qua-non en aras de la conformación de una democracia auténticamente moderna. Asimismo, la utilización de fuerza de trabajo mediante procedimientos coactivos representaría una variable prioritaria en cuanto al análisis de las diferencias evidenciadas entre los modelos autoritarios y ciertas formas políticas democráticas.

            Otra ejemplificación en torno al tipo genérico de tratamiento teórico y metodológico adoptado por este puñado relativamente heterogéneo de analistas político-sociales puede encontrarse en Bendix, quien promovió la hipótesis acerca de que la universalización de los derechos, vinculada a la extensión de la ciudadanía, conlleva necesariamente la institucionalización de principios abstractos de igualdad [[3]]. En otro estudio sobre el trabajo y la autoridad en el ámbito de las relaciones industriales, este autor analizó las posibilidades y transformaciones del poder o la dominación en dicho ámbito laboral, teniendo en cuenta la fundamentación ideológica de las mismas.

            Más allá de las especificidades internas de esta corriente, su “núcleo teórico lo constituyen siempre hipótesis sobre la diferenciación estructural de la sociedad en sistemas de acción especificados funcionalmente”. Sin embargo, la íntima conexión establecida con el análisis histórico evita que este conjunto de enfoques desemboque en una perspectiva marcada por un pronunciado tinte idealista, tal como -verbigracia- se manifiesta en el funcionalismo sistémico. Dentro del campo de las citadas teorías referidas, a la diferenciación estructural, el análisis social es planteado de modo tal que los procesos de modernización remiten, inclaudicablemente, al terreno de las distinciones institucionales, donde esos procesos resultan concretamente visualizados a través de sus ramificaciones, aunque tiende a predominar “una idea unidimensional del proceso global de diferenciación estructural” [[4]].

EL TRABAJO ARTESANAL DEL PENSAMIENTO SOCIOLÓGICO

            Wright Mills nació en Texas (EE.UU.) en 1916 y falleció en el Estado de New York a los 46 años de edad. Obtuvo el doctorado en Sociología y Antropología alrededor de un lustro antes de su muerte. Durante su breve trayectoria como sociólogo resultó un escritor prolífico, ocupándose principalmente de la problemática social estadounidense. En sus últimos quince años de vida publicó, entre otras obras, La elite del poder, La imaginación sociológica, El poder de los sindicatos  Poder, política, pueblo, La tercera guerra mundial y Las clases medias en Norteamérica, o “White collars”. Este último es considerado ya un texto clásico referido al crecimiento, y gradual importancia, correspondientes a una nueva clase social, compuesta por empleados administrativos burocratizados, en su país [[5]].     

            Su legado teórico constituye una visión clásica acerca de la temática y metodología propias de las ciencias sociales, en un contexto espacio-temporal donde se destacó por su postura crítica respecto de las corrientes de investigación sociológica prevalecientes en su país, de raíz conceptual funcionalista y dependiente de los centros del poder económico. En dicho marco, la sociología era considerada como un campo de conocimiento dedicado al análisis de las opiniones de los electores respecto del sistema político o al estudio de las motivaciones de los consumidores con relación a los productos ofrecidos en el mercado. Este acotamiento del objeto científico a cuestiones microsociales contrastaba con los tratamientos abarcadores o totalizantes de los grandes problemas de la sociedad, en su conjunto, tratados mediante la elaboración teórica de las escuelas representadas por Karl Marx, Max Weber y Emile Durkheim. Consideraba, fundamentalmente, a los dos primeros autores clásicos citados en términos de modelos y antecedentes de su propia concepción sociológica.

            Por otra parte, el autor de marras incentivando a los cientistas sociales contemporáneos para que creen un archivo de almacenamiento de datos y, de esta forma, poder transmitir sus conceptualizaciones. Al respecto, pueden rescatarse los siguientes párrafos iniciales del apéndice de su obra La imaginación sociológica, titulado “Sobre artesanía intelectual”:

            Para el investigador social individual que se siente como parte de la tradición clásica, la ciencia social es la práctica de un oficio. En cuanto hombre que trabaja sobre problemas esenciales, figura entre los que rápidamente se impacientan y se cansan de discusiones complicadas sobre método-y-teoría-en-general, que interrumpen sus propios estudios. Cree que es mucho mejor la información de un estudioso activo acerca de cómo procede en su trabajo que una docena de "codificaciones de procedimiento" hechas por especialistas que quizá no han realizado ningún trabajo de importancia. Unicamente mediante conversaciones en que pensadores experimentados intercambien información acerca de su manera real de trabajar puede comunicarse al estudiante novel un concepto útil del método y de la teoría... El trabajo intelectual es la elección de un tipo de vida tanto como de una carrera; sépalo o no, el trabajador intelectual forma su propio yo a medida que trabaja por perfeccionarse en su oficio; para realizar sus propias potencialidades y aprovechar las oportunidades que se ofrezcan en su camino, forma un carácter que tiene como núcleo las cualidades del buen trabajador.              

             Lo que significa esto es que debéis aprender a usar vuestra experiencia de la vida en vuestro trabajo intelectual, examinándola e interpretándola sin cesar. En este sentido la artesanía es vuestro propio centro y estáis personalmente complicados en todo producto intelectual sobre el cual podáis trabajar. Decir que podéis "tener experiencia" significa, entre otras cosas, que vuestro pasado influye en vuestro presente y lo afecta, y que él define vuestra capacidad para futuras experiencias. Como investigadores sociales, tenéis que dirigir esa complicada acción recíproca, captar lo que experimentáis y seleccionarlo; sólo de esa manera podéis esperar usarlo para guiar y poner a prueba vuestro pensamiento, y en ese proceso formaros como trabajadores intelectuales.

             Una de las peores cosas que les suceden a los investigadores sociales es que sienten la necesidad de escribir sus "planes" sólo en una ocasión: cuando van a pedir dinero para una investigación específica o para un "proyecto". La mayor parte de los "planes" se escriben para pedir fondos, o por lo menos se redactan cuidadosamente para ese fin. Aunque esta práctica está muy generalizada, la considero muy mala: está condenada a convertirse, por lo menos en cierta medida, en un "arte de vender" y, dadas las expectativas que hoy prevalecen, en acabar muy probablemente en afanosas pretensiones...

LA PERSPECTIVA “CRÍTICA” DE LA SOCIOLOGÍA     

            Dentro del ámbito de la sociología estadounidense, Dahrendorf opone la corriente “radical” representada, entre otros autores, por Wright Mills, frente a la vertiente de carácter netamente conservador cuya expresión emblemática se encuentra en la concepción teórica elaborada por Parsons, fundamentalmente en lo que se refiere al “conocimiento de la propia sociedad en sus principios y en sus diversos elementos” [[6]]. Mientras el último autor citado destaca el aspecto del funcionamiento equilibrado de las sociedades, justificando el statu quo de la realidad social norteamericana, Mills apunta a la “fragilidad, obligatoriedad e historicidad” de toda sociedad, reaccionando ante el conformismo armonizador del orden imperante. En contraste con el pensamiento funcionalista sistémico, emerge entonces una escuela signada por la crítica social, compuesta por un grupo de analistas que enfrentaron la hegemonía conservadora típica de los estudios sociales en los Estados Unidos, entre los cuales se enrola nuestro autor.

              En el capítulo I de la obra citada, titulado La promesa, Wright Mills señalaba que la condición humana, superada la mitad del siglo XX, se percibía como un continuo de desviaciones manifestadas en la vida privada. Los hombres presentían que dentro de su ámbito cotidiano resultaba imposible satisfacer sus demandas de diversa índole, encontrándose limitados en su accionar creativo por las imposiciones del medio circundante. Las expectativas y potencialidades del ser humano son encerradas por el cerco del trabajo, y restringidas al marco familiar o del vecindario; en las restantes esferas sociales actúan en términos de meros espectadores y en forma subsidiaria:

            Hoy en día los hombres advierten con frecuencia que sus vidas privadas son una serie de añagazas. Se dan cuenta que en sus mundos cotidianos no pueden vencer sus dificultades, y en eso muchas veces tienen toda la razón: lo que los hombres corrientes saben directamente y lo que tratan de hacer está limitado por las órbitas privadas en que viven; sus visiones y sus facultades se limitan al habitual escenario del trabajo, de la familia, de la vecindad; en otro medios, se mueven pos sustitución y son espectadores. Y cuanto más cuenta se dan, aunque sea vagamente, de las ambiciones y de las amenazas que trascienden de su ambiente inmediato, más atrapados parecen sentirse. Por debajo de esa sensación de estar atrapados se encuentran cambios aparentemente impersonales de la estructura misma de sociedades de dimensiones continentales. Los hechos de la historia contemporánea son también hechos relativos al triunfo y al fracaso de hombres y mujeres individuales... [[7]].

            Cuanto mayor caudal informativo se posea, por más superficial y vaga que la misma fuere, el hombre se siente acorralado en cuanto a la factibilidad de concretar sus ambiciones, por amenazas que trascienden su entorno inmediato, subyaciendo un sentimiento de estar atrapado en un entramado de transformaciones supuestamente impersonales, en el contexto de una estructura social de alcance internacional e irreversible. En este sentido, los hechos históricos contemporáneos remiten de manera indefectible a desempeños exitosos o a frustraciones en el orden de la realización individual. Al respecto, al autor sostiene que “cuando una sociedad se industrializa, el campesino se convierte en un trabajador, y el señor feudal es liquidado o se convierte en un hombre de negocios. Cuando las clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo o no lo tiene; cuando la proporción de las inversiones aumenta o disminuye, un hombre toma nuevos alientos o se arruina... Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas”.

            En la época moderna, las ciencias físicas y biológicas han sido el principal común denominador del pensamiento serio y de la metafísica popular en las sociedades de Occidente. La “técnica de laboratorio” ha sido el modo consagrado de proceder y la fuente de la seguridad intelectual ... los hombres (podrían) formular sus convicciones más poderosas según sus términos. Otros términos y otros estilos de pensamiento parecen meros vehículos de escape y oscuridad...

             El significado cultural de la ciencia física -el mayor y más antiguo común denominador- se está haciendo dudoso. Como estilo intelectual, la ciencia física empieza a ser considerada por muchos como algo insuficiente. La suficiencia de los estilos científicos de pensamiento y sentimiento, de imaginación y sensibilidad ha estado, naturalmente, desde sus orígenes sometida a la duda religiosa y a la controversia teológica, pero nuestros padres y abuelos científicos (las) han reducido ... las dudas hoy corrientes son profanas, humanistas y con frecuencia absolutamente confusas...

             La estimación moderna por la ciencia en gran parte ha sido meramente supuesta, pero ahora el “ethos” tecnológico y una especie de imaginación ingenieril asociados con la ciencia probablemente parecen más temibles y ambiguos que esperanzadores y progresivos ... La necesidad sentida de revalorar la ciencia física refleja la necesidad de un nuevo denominador común. Es el sentido humano y el papel social de la ciencia, sus consecuencias militares y comerciales, su significación política, lo que está experimentando una revaloración confusa ... “la ciencia” les parece a muchos no tanto un “ethos” creador y una orientación, como un juego de máquinas científicas manejadas por técnicos y controladas por hombres economistas y militares que ni encarnan ni comprenden la actividad científica en términos de su función y misión en aquel sentido, hecho que resultaría proclive a la dicotomización de “dos culturas: la científica y la humanista [[8]].  

            La imaginación sociológica posibilitaría a quienes la ejercitan comprender el panorama histórico contemporáneo con respecto a su significación y relevancia, referidas tanto a la carrera profesional como a la propia vida privada de numerosas personas, muy distintas entre sí, permitiéndoles evaluar de qué manera los individuos, a través de su accionar cotidiano y consuetudinario, se ven atrapados frecuentemente por una falsa conciencia acerca de sus respectivas posiciones sociales. Una resultante esencial de aquél ejercicio intelectual, aleccionadora con relación al disciplinamiento científico que adosa a la sociología, consiste en la comprobación de que el hombre es capaz de percibir comprensivamente, adecuando a ese entendimiento sus propias estrategias, desplegadas en el terreno personal, únicamente mediante la contextualización de su destino privado dentro de un marco temporal específico. Tal actitud mental aclara sus alternativas de vida al estar informado acerca de las circunstancias implícitas en el medio social del cual forma parte.

            Lo que experimentamos en medios diversos y específicos es efecto de cambios estructurales ... para comprender los cambios de muchos medios personales, nos vemos obligados a mirar más allá de ellos. Y el número y variedad de tales cambios estructurales aumentan a medida que las instituciones dentro de las cuales vivimos se extienden y se relacionan más intrincadamente entre sí. Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir esos vínculos entre una gran diversidad de medios, y ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica [[9]].

 

[1] )- MOORE, Barrington  (1976): Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia; Barcelona, Península.

[2] )- MOORE, B. (1966): Poder político y teoría social; 1966

[3] )- BENDIX, Reinhard (1974): Estado nacional y ciudadanía; Bs.As., Amorrortu.

[4] )- HABERMAS, Jürgen (1999): Teoría de la acción comunicativa; Madrid, Taurus, 1999 (Tomo II, págs. 530-531)

[5] )- WRIGHT MILLS, Charles (1961): Las clases medias en Norteamérica; Madrid, Aguilar.

[6] )- DAHRENDORF, Ralf: Sociedad y sociología; Madrid, Tecnos, 1966.: ob. cit.

[7] )- WRIGHT MILLS, Ch. (1997): La imaginación sociológica; México, Fondo de Cultura Económica.

[8] )- WRIGHT MILLS, Ch., ídem

[9] )- WRIGHT MILLS, Ch., ídem

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