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INKORRUPTIBLES. Misceláneas sociopolíticas

Cognición y Epistemología. Política y Sociedad, Estado, Democracia, Legitimidad, Representatividad, Equidad Social, Colonización Cultural, Informalidad y Precariedad Laborales, Cleptocracia, Neoconservadurismo, Gobiernos Neoliberales, Vulnerabilidad, Marginaciones, y Exclusión Colectivas y Masivas, Kirchnerismo Peronista, Humanidades, Sociología, Ciudadanía Plena, Descolectivización e Individualismo, Derechos Sociopolíticos, Flexibilidad ocupacional. Migraciones Laborales. Discriminaciones por Género, y Étnico-raciales, Políticas Socioeconómicas, Liberalismo neoconservador, Regímenes neoliberales de acumulación, Explotación laboral, Mercado de trabajo, Flexibilización y precariedad ocupacional, Desempleo, subocupación, subempleo, Trabajo informal...

ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA ECONÓMICA EN LAS SOCIEDADES MARGINALES - Juan Labiaguerre

            El concepto de estrategias de sobrevivencia, referido puntualmente al ámbito de las unidades domésticas, alude al conjunto de prácticas económicas desarrolladas al interior de las mismas a efectos de complementar los ingresos eventualmente obtenidos mediante la inserción en el mercado de trabajo, por uno o varios de sus miembros, a través de la realización de ciertas actividades -incluyendo aquellas consideradas “informales”- que tienen como objetivo el aseguramiento de la reproducción de las condiciones materiales de vida correspondientes a un grupo conviviente, generalmente establecido por algún tipo de lazo familiar. Dentro de los sectores sociales caracterizados por el acceso a menores niveles de recursos de toda índole, los mecanismos de subsistencia comprenden una variedad de tareas y  relaciones en las que la problemática del aprovisionamiento económico indispensable para sobrevivir adquiere prioritaria relevancia, teniendo en cuenta  la carencia o la fragilidad de las garantías necesarias para su propia reproducción social, dada la precariedad de sus situaciones vitales; ante esta realidad, distintas comunidades organizan sistemas de respuestas adaptativas y/o estratégicas que conllevan la conformación de redes sociales, alejadas de los cánones de comportamiento impuestos por el accionar meramente “mercantil” y  sustentadas, en cambio, sobre la base de una normativa consuetudinaria que remite a la vigencia de un principio valorativo cuya premisa consiste en el intercambio igualitario mutuo [Grassi].

            En la actualidad, un segmento considerable de la población “no realiza su reproducción o la realiza en condiciones críticas”, siguiendo el enfoque antropológico esbozado por Grassi, motivo por el cual la institucionalización de la desigualdad podría conducir a un “bloqueo de la reproducción, del orden normativo-cultural, por la deslegitimación de las normas de convivencia, por lo menos entre aquellos que son excluidos de las mismas, [en la medida en que] la exclusión implica, de facto, órdenes normativos diferenciales” [de Benoist].

            La teorización sociológica clásica del siglo XIX se concentró en el proceso de conformación y crecimiento veloz -intensivo y extensivo- del trabajo en su forma pura, emancipado del resabio correspondiente a otras esferas de acción y ámbitos funcionales de la sociedad, refiriendo a la personificación directa del trabajo mediante la figura del tipo social del trabajador, identificación reflejada en la dicotomía entre los planos doméstico y estrictamente económico, en la separación entre propiedad y trabajo y en la "progresiva neutralización de las relaciones asistenciales y de los compromisos normativos" inherentes a las formas asumidas en el pasado por la actividad laboral-productiva; se hacía hincapié, según Offe, en el prototipo del "trabajo libre, despojado de las ataduras feudales, gobernado por el mercado y determinado por factores ajenos a su utilidad concreta", respondiendo a la coerción estructural encaminada hacia el predominio neto de la actividad lucrativa.

            Las interrelaciones entre el funcionamiento “racional con arreglo a fines”, en términos de la concepción weberiana clásica, y las implicancias derivadas del desarrollo de determinadas lógicas destinadas casi exclusivamente a la supervivencia mínima, desde un enfoque relativamente cuantitativo, inciden sobre la evolución de un proceso en el cual “la oferta emergente de fuerza de trabajo viene determinada por procesos demográficos no calculables en términos de estrategias de oferta”,  así como también por reglas del comportamiento que atañen de reproducción de los individuos y sus familias; además, se encuentra mediada por factores   socioeconómicos que tienden a una progresiva liberación de la fuerza de trabajo “frente a condiciones bajo las cuales se puede mantener en los mercados de forma distinta que a través de la venta” [Gorz].       

            Al respecto corresponde señalar que, siguiendo a Offe y Hinrichs, “la problemática comunitaria reviste una agudeza nueva en la perspectiva de una vuelta a pequeñas unidades de vida colectiva que se desarrollan apartadas de los grandes aparatos institucionales, burocráticos o estatales, que en la actualidad no logran jugar su papel tradicional de estructuras de integración”; en vista de dicho diagnóstico, la entidad -e identidad- comunitaria comunidad tendería a reaparecer durante las últimas décadas del siglo XX, portando el atributo de constituir el contexto espontáneo y natural inspirado en valores referidos a una especie de “democracia de proximidad [orgánica, directa o de base] fundada sobre una participación más activa y sobre la recreación de nuevos espacios públicos locales; imponiéndose como una de las formas posibles de superación de la modernidad, la comunidad pierde el estatuto arcaico atribuido por la sociología”.

           Las estrategias de sobrevivencia incluyen entonces comportamientos dirigidos a asegurar la reproducción material y biológica de los grupos sociales más carecientes respecto del sustento material, abarcando diversas formas de participación económica condicionadas, a su vez, por componentes demográficos específicos y mutables; las conductas básicas, pautadas culturalmente, de los trabajadores -asalariados o no- comprendidos por las mencionadas estrategias conciernen a la constitución del núcleo familiar, los aspectos procreativos y de preservación vital, los procesos de aprendizaje y socialización de los miembros del hogar, la división del trabajo dentro de la unidad doméstica u hogar, la organización del consumo y las especificidades presentadas por la localización residencial, entre los elementos de mayor relevancia. Por otro lado, la noción ampliada de estrategias familiares de vida refiere a un mecanismo extendido a la mayoría de los estratos sociales, en la medida en que éstos desarrollan una complejidad de comportamientos orientados a la resistencia frente al proceso gradualmente creciente de deterioro relativo de sus condiciones integrales de existencia.

            El modelo de acumulación vigente en la actualidad promueve la reconceptualización del término "estrategias de supervivencia" partiendo de la emergencia de modalidades diferenciadas, caracterizadas además por una fragilidad en aumento, de integración de los potenciales trabajadores al mercado laboral y de los efectos emanados del proceso progresivo signado por la precarización de las inserciones ocupacionales; en consecuencia, las lógicas de subsistencia orientadas a la misma reproducción social de la fuerza de trabajo y/o los integrantes del hogar suponen el cuestionamiento del mecanismo básico de proletarización, que implica en principio una atomización de los trabajadores, teniendo en cuenta la emergencia de la misma unidad doméstica o de la propia localización territorial en cuanto ámbitos cruciales en términos del despliegue de aquellas estrategias. Además, la obtención de ingresos de origen no laboral, aunque mantiene el proceso reproductivo dentro de la esfera correspondiente a lógicas de acumulación capitalista, conlleva una relativa autonomía de del nucleamiento familiar con relación al mercado de trabajo, motivo por el que puede hablarse entonces de un mecanismo tendiente a una desproletarización, potenciado mediante la movilización de recursos extramercantiles, considerando que la realización de actividades de mera supervivencia material, y la inserción paralela en determinadas redes sociocomunitarias de protección cercana, colocan en tela de juicio la hegemonía del principio del "valor de cambio", fenómeno inherente a la lógica económica esencialmente constitutiva del régimen capitalista de producción.

            En este contexto semi-desproletarizado, las opciones estratégicas de mercado por parte de la fuerza de trabajo experimentan una drástica limitación en razón de que “sus propias necesidades de medios de subsistencia son ampliamente constantes en el marco de criterios materiales y culturales [correspondientes a la percepción retributiva laboral de] un mínimo existencial y en todo caso esencialmente más rígidas que las análogas necesidades que presenta el lado de la demanda” correspondiente [Kessler]; partiendo de la anterior premisa, si el análisis de las denominadas estrategias de sobrevivencia remite exclusivamente al abordaje de conductas encaminadas a la percepción de una remuneración salarial, se pierden de vista instancias políticas, comunitarias u organizativas de distinta índole, esenciales en términos de la satisfacción de necesidades básicas de los grupos sociales con mayor nivel de carencias materiales; atendiendo a estas precisiones, resulta imprescindible analizar la lógica subyacente en el conjunto de prácticas de las unidades familiares, y de sus miembros, orientadas al logro de una cobertura económica vital.

            Dentro de ciertos grupos carenciados, se advierte la presencia creciente de “desocupados con escaso o nulo capital para invertir, por lo cual barajan como posibilidad la realización de microemprendimientos o, más bien, de infraemprendimientos, basándose en la creencia en la existencia de pequeños nichos en el mercado, susceptibles de ser explotados merced a una dosis de inventiva que compensa el escaso capital”. Bajo esta estrategia subyace cierto consenso respecto de que “una condición necesaria para salir airoso del desempleo en general y, en particular, para soportar la mayoría de las ocupaciones que hoy se ofrecen, es un gran temple y una capacidad de resistir negativas y maltratos”, por lo que una opción alternativa frente a esta realidad consiste en la búsqueda de una salida cuentapropista [Murmis y Feldman].

            En términos generales, puede decirse que “el problemas de las variedades de las situaciones ocupacionales no ligadas a la demanda del trabajo vinculada a la expansión mundial del gran capital dio lugar al análisis de la marginalidad, que plantea también con fuerza la noción de excedente laborales no recuperables”; esta circunstancia específica remite a la problemática inherente a la emergencia y al peso relativo creciente de segmentos de la fuerza de trabajo desconectados de las relaciones típicamente asalariadas y que, a su vez, tampoco presentan inserciones laborales “tradicionales”. La articulación compleja del conjunto de las mencionadas instancias ocupacionales propulsó el análisis de modalidades alternativas que permitían acceder a distintos niveles de consumo a determinados sectores sociales masivos en contextos periféricos respecto del eje constituido por el centro económico hegemónico, expresiones genéricamente ambiguas denominadas informales

            La restricción progresiva del mercado de trabajo repercute negativamente sobre la situación socioeconómica de los hogares pobres y la de sus respectivos miembros a través de variadas manifestaciones, restringiendo severamente la probabilidad de conseguir empleos en relación de dependencia, a lo que se añade en muchos casos la imposibilidad creciente de desempeñarse con éxito por cuenta propia en algún rubro comercial o de servicios, e inclusive de realizar changas, resultando los jóvenes y las mujeres los más desfavorecidos en este aspecto; además, la contracción de la demanda laboral conduce al intento de compensar la disminución de dicha fuente de ingresos mediante la venta ambulante o la instalación de pequeños y precarios negocios de atención al público, al estilo de los kioscos, muchas veces instalados en una habitación de la propia vivienda lindera con la vía pública. No debe perderse de vista, en cuanto elemento constitutivo básico del deterioro de la situación ocupacional, la caída real de las retribuciones laborales, contrastante en el caso argentino con un marco de incremento sostenido del producto bruto interno, más allá de altibajos coyunturales, que superó el cincuenta por ciento en el periodo 1991-1997; no obstante dicho crecimiento económico global, los ingresos percibidos se degradaron notablemente en numerosos fragmentos medios e inferiores de la pirámide social.

            En un contexto generalizado de "deprivación económica y social como la que enfrentan los sectores populares, el incremento de los niveles de precariedad laboral hace que la posibilidad de una familia con miembros desocupados de apoyarse en la solidaridad familiar, barrial, comunitaria, se vea cada vez más restringida" [Hintze]; ante los niveles insuficientes de ingresos en los hogares, las alternativas de supervivencia obtienen resultados magros, por lo que las reducciones progresivas en el consumo se convierten en la alternativa excluyente; el despliegue de diversas estrategias, guiadas por el único objetivo de "vivir al día", determina que las mismas se tornen  inmediatistas en extremo, privilegiándose el consumo alimentario por encima de otros rubros, postergando temporalmente -en muchos casos descartando de manera definitiva- los planes medianoplacistas relacionados, por ejemplo, con el plano educativo y el mantenimiento o reequipamiento de la vivienda.

            Con relación a aquellos procesos signados por un desempleo prolongado, Rosanvallon destaca que “los desocupados de larga data no constituyen poblaciones en el sentido tradicional de la acción social. Los individuos a los que conciernen tampoco son un grupo en el sentido sociológico. No hacen más que compartir cierto perfil de orden biográfico [en la medida en que] sus vidas han realizado trayectorias que presentan cierta homología: sucesión idéntica de rupturas sociales o familiares, mismo tipo de desencajes profesionales” [Rosanvallon].

            Sobre la base de la configuración general de la situación ocupacional expuesta hasta aquí, y en términos del proceso de demanda específica de fuerza de trabajo originada dentro del medio urbano en sociedades periféricas, cabe analizar los atributos peculiares del lado de la oferta laboral que determinan variadas formas de generación de ingresos, salariales o extrasalariales; conviene señalar que los fenómenos concurrentes de diversificación del aparato productivo y segmentación del mercado operan en el sentido de un delineamiento contextual característico, reflejado en un marco estereotipado de condiciones de informalidad urbana.

            Corresponde aclarar que la noción de estrategia remite a la teoría de los juegos, representando el concepto opuesto al de "adaptación de cantidades", por lo que el despliegue estratégico –considerado bajo dicho significado especial- resulta incompatible con la vigencia de una competencia plena, la cual remite a  una forma de comportamiento que intenta intervenir sobre el ambiente, orientando la acción, con la mira puesta en el logro de un éxito y "en cuyo cálculo se incluyen las expectativas acerca del comportamiento de al menos otro actor" [Berger y Offe], remitiendo a una visión sobre la conducta racional de neto cuño weberiano.

            A partir de la “teoría de los juegos” [Przeworski] las relaciones sociales -y la concomitante condición de clase- “se presentan a los sujetos como una cierta estructura de opciones efectiva disponible y de relaciones entre tales opciones y las consecuencias que las mismas tienen para ellos”. Según este enfoque, elecciones, acciones, opiniones y usos conforman la clase social desde dentro mismo de las prácticas sociales: los sujetos hacen la clase social, a la vez que resultan moldeados por ella. La inscripción de las políticas sociales en el proceso de constitución de las clases se manifiesta al generar determinado tipo de estratificación social y cierta modalidad de relaciones sociales [deviniendo momento y expresión de las mismas], en la medida en que “se dirigen a/intervienen en el proceso de reproducción social” que determina la propia existencia de las clases.

            En esta contextualización, diferentes modos de estratificación deben considerarse con el objeto de evaluar los diversos regímenes de Estado de Bienestar, que promueven otras formas de diferenciación-jerarquización; por ejemplo, pueden mencionarse aquellas políticas dirigidas específicamente a las mujeres o “a la familia en general”. Las poblaciones-objeto señalan a los actores de los procesos sociales y políticos de los cuales las políticas sociales constituyen “momento y expresión”, dado que son destinatarias de ellas, pero esta condición representa una relación, resultante de procesos e interacciones...

            Las políticas sociales están conformadas por prácticas de múltiples y variados actores/sujetos sociales, aunque además generan prácticas, induciendo comportamientos bajo ciertas representaciones acerca de las mismas políticas y del “orden social como totalidad”; en este orden los arreglos cualitativos entre Estado, mercado y familia remiten a configuraciones específicas desde las cuales los sujetos llevan a cabo acciones -también específicas- que las crean y recrean, organizan y desorganizan continuamente. Las perspectivas de recuperar el papel de los sujetos -y de sus prácticas- se obtienen considerando a la población beneficiaria en cuanto receptora de las políticas o la “participación diferencial de la heterogeneidad de los sujetos en las políticas”:

            Desde el primer ángulo, a través de los estudios que tienen como objeto las políticas, se evalúa el momento en el cual se produce la consideración de los resultados [e “impactos”], relacionados con las metas y los bienes-servicios involucrados; los resultados esperados representan un momento tardío de las políticas, siendo exteriores y ajenos a los sujetos, hecho que posibilita la escisión de los procesos globales de constitución y desarrollo de aquéllas. Al no considerar la construcción de políticas en sentido de procesos sustancialmente sociales y políticos, “los resultados e impactos pueden ser analizados en sí mismos”.

            En el marco de los procesos actuales de reforma de las políticas estatales los sectores sociales destinatarios son incluidos e incorporados en los momentos de implementación y gestión, operatoria sustentada en un principio de deber ser atinente a la participación que predetermina -relativamente- el “sentido” de las políticas; al respecto, Danani afirma que “si las instituciones y organismos reservan para sí el poder de decisión, tendrán prioridad lógica e histórica [política y socialmente] sobre el mismo”.

            La segunda opción implica el desplazamiento en la construcción del objeto, al considerar a las propias poblaciones y a los sujetos destinatarios de las políticas como eje central, por lo que “el relevamiento y reconstrucción de las estrategias de los sujetos (modos de vida) concluyen en cierta concepción de las políticas sociales como parte de condiciones en las que se reproduce la vida de diferentes sectores sociales”...

            La autora concluye el ensayo proponiendo una alternativa que ubique a las políticas sociales como objeto de investigación y que, a partir de allí, releve el espacio que corresponde a los sujetos en las formas que las políticas adopten en definitiva. Esta posición implica la recuperación de los sujetos [y sus prácticas], atendiendo su rol en la constitución de las políticas: la configuración final y total de ellas se encuadra en ciertos lugares y tramas de interacción, eventualmente llevadas a cabo dentro del marco de determinadas instituciones y bajo específicas formas regulatorias que propenden a la articulación de “arreglos” particulares, según el caso...

            Por otro lado, cuando se generan institucionalmente "cuerpos extraños" a la estructura ocupacional típicamente capitalista, que inciden restrictivamente sobre la planificación administrativa, los valores -incluyendo los monetarios- pierden eficacia en cuanto a su función reguladora debido al debilitamiento de las orientaciones abstractas hacia los valores de cambio, de manera que -aun en el caso de una política intervencionista- "los efectos de una socialización de la producción apresurada por la intervención estatal destruyen las condiciones de aplicación de importantes instrumentos de la propia intervención del Estado"; dicha contradicción deriva entonces en que el proceso de acumulación también aquí se desarrolla mediante el uso de otros medios, alternativos al intercambio mercantil [Habermas].

            La operacionalización de la noción de marginalidad remite necesariamente a la consideración de variadas modalidades asumidas por ciertas ocupaciones de alguna manera autocreadas (tales como la de vendedor ambulante, artesano, pequeño productor agrícola), así como también a la evaluación del “empleo” doméstico, prestaciones de servicios en el ámbito privado, empleos asalariados irregulares, esporádicos, intermitentes y, por lo tanto, inestables; este conjunto de ocupaciones se distinguen nítidamente del trabajo asalariado convencional, aunque ambos no resultan excluyentes, es decir que se presentan con frecuencia de manera combinada -simultánea o sucesivamente- durante la trayectoria laboral de una persona.

            Rosanvallon señala que “los excluidos se definen por los malogros de su existencia, por una negatividad: no son los nuevos proletarios de la sociedad de la desocupación, no tienen un interés común propiamente dicho”; es decir que no conforman una clase objetiva en sel sentido marxista del término, definida por la ubicación de las personas dentro del proceso productivo. Sustancialmente, configurarían una no-clase al representar “la sombra proyectada de los disfuncionamientos de la sociedad”, resultante de un mecanismo de descomposición y desocialización. El autor citado considera que “mientras lo social se constituye positivamente por la agregación de la actividad de los individuos, por la fusión de sus rasgos individuales en unas características promedio, la exclusión resulta de un proceso de desagregación”, de manera que “los excluidos no constituyen un orden, una clase o un cuerpo: indican antes bien una falta, una falla del tejido social” [Rosanvallon]...

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