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INKORRUPTIBLES. Misceláneas sociopolíticas

Cognición y Epistemología. Política y Sociedad, Estado, Democracia, Legitimidad, Representatividad, Equidad Social, Colonización Cultural, Informalidad y Precariedad Laborales, Cleptocracia, Neoconservadurismo, Gobiernos Neoliberales, Vulnerabilidad, Marginaciones, y Exclusión Colectivas y Masivas, Kirchnerismo Peronista, Humanidades, Sociología, Ciudadanía Plena, Descolectivización e Individualismo, Derechos Sociopolíticos, Flexibilidad ocupacional. Migraciones Laborales. Discriminaciones por Género, y Étnico-raciales, Políticas Socioeconómicas, Liberalismo neoconservador, Regímenes neoliberales de acumulación, Explotación laboral, Mercado de trabajo, Flexibilización y precariedad ocupacional, Desempleo, subocupación, subempleo, Trabajo informal...

LA PROBLEMÁTICA METODOLÓGICA EN CIENCIAS SOCIALES DE ACUERDO A LA VISIÓN POPPERIANA - Juan Labiaguerre

         La cuestión central del tratamiento metodológico en el mettier de las disciplinas “humanísticas” remite a la afirmación de la imposibilidad por parte de las ciencias sociales de formular de predicciones históricas de largo alcance, teniendo en cuenta que esas profecías son absolutamente extrañas al proceso típico del auténtico método científico. Sin embargo, ciertas concepciones sociopolíticas de notable incidencia sostienen, a contramano de la premisa anterior, que la tendencia general del pensamiento racional apunta a la utilización de tal conocimiento con el objetivo puesto en prever acontecimientos del porvenir, motivo por el cual el propósito de toda ciencia -inclusive aquellas que estudian fenómenos sociales- residiría en abarcar aspectos de un futuro proyectado idealmente.

 

         Popper señala, con relación a dichas corrientes teóricas pseudocientíficas, que las mismas consideran “haber descubierto ciertas leyes de la historia que les permiten profetizar el curso de los sucesos”, opinión que alude a la evolución de distintas variantes historicistas que exteriorizan pretensiones de esa índole. A través de su obra Miserias del historicismo propuso refutarlas, indicando que “pese a su plausibilidad, se basan en una idea errónea del método de la ciencia y, especialmente, en el olvido de la distinción que debe realizarse entre una predicción científica y una profecía histórica[1].

 

         El ejercicio implícito en la utilización de la verdadera metodología de la ciencia conlleva, en forma inmanente, la aceptación consciente de las limitaciones intrínsecas del saber humano, de modo que “no ofrecemos pruebas allí donde nada puede ser probado, ni pretendemos ser científicos donde todo lo que pueda darse es, a lo sumo, un punto de vista personal”. En consecuencia, cunde la necesidad de demostrar que dicha sabiduría profética es perniciosa en términos del avance del conocimiento, en la medida en que “la metafísica de la historia obstaculiza la aplicación de los métodos rigurosos, aunque lentos, de la ciencia a los problemas de la reforma social” [2].

 

         La construcción epistemológica popperiana constituye un intento de elaborar un concepto de la ciencia partiendo de determinados caracteres específicos, y definitorios en sí mismos, del conocimiento científico propiamente dicho. No obstante, debe aclararse que sus posicionamientos gnoseólogico y metodológico también implican la estimación de criterios condicionados cultural e históricamente [3]. El filósofo de marras destacó, en cuanto componente emblemático del auténtico talante investigador el hecho de que todas las hipótesis devienen refutables, es decir que quedan descartadas las visiones dogmáticas [4].

 

         A través de su obra epistemológica cuestionó de cuajo la idealizacón moderna pedominante respecto de que el procedimiento científico es de cuño esencialmente inductivo. Para fundamentar dicha crítica, propuso la aplicación de un criterio de comprobación denominado falsabilidad, a efectos de determinar la cualidad intrínseca a la validación específicamente precisa que requiere “la ciencia”, evaluada en sentido estricto. Remarcó entonces su impronta de orden hipotético-deductivo, dado que las teorías que detentan tal status representan hipótesis, partiendo de las cuales resultan deducibles ciertos enunciados que puedan ser corroborados mediante la observación. Si las experimentaciones apropiadas revelan la falsedad de aquella enunciaciones, se refuta el encuadre hipotético inicial. esis es refutada. En cambio, al superar una determinada hipótesis la prueba temndente a demostrar su falacia, puede ser aceptada, al menos con carácter provisional. Ninguna teoría científica, no obstante, presenta propiedades o atributos asequibles como para establecerse concluyente y definitivamente.

        

         En “La lógica de la investigación científica” es sustanciada una reformulación de raigambre positivista, al señalarse de que manera la ciencia se edifica a partir de hipótesis que resultan verificadas o refutadas mediante la observación y la consecuente contrastación de carácter empírico. Toda la historia del pensamiento no dogmático remitiría a una sucesión interminable de teorías que plantean renovadas cuestiones, referidas a la realidad, que se refutan dando lugar a la emergencia de nuevas construcciones conceptuales. Por otro lado, es profundizada la conceptualización sobre mundos objetivo, social y subjetivo, lo cual conduce a la teoría popperiana del “tercer mundo”, explicitada en una ponencia del año 1967, titulada Epistemología sin sujeto cognoscente, en la que enunció una novedosa concepción.

 

         Desde la perspectiva enfocada por el autor que nos ocupa, existirían tres “mundos o universos” nítidamente diferenciables, el primero de ellos comprendido por los objetos reales o los estados físicos, el segundo abarcado por las percepciones subjetivas (estados mentales de conciencia) y el tercero correspondiente al campo específicamente teórico, es decir pertinente a los “contenidos objetivos del pensamiento”, en particular científico o artístico y poético [5]. Esta última esfera sería la más importante, y a la vez compleja, pero la misma no puede desenvolverse sin confrontarse con el ámbito objetivo, lo cual refiere de algún modo a la defensa de un saber antiutópico.

 

         Ulteriormente, Popper estimó en un sentido genérico la presencia del ámbito específico abarcado por los productos de la mente humana, reivindicando como integrantes del mencionado tercer mundo “aquellas relaciones internas entre productos simbólicos, que todavía aguardan ser descubiertas y desarrolladas por la mente humana” [6]. Además, elabora una propuesta peculiar para resolver la cuestión de las interacciones entre mente y cuerpo, desplegada también a través del desarrollo de esa idea de tercer universo 7. 

 

            Es cuestionada “la convicción fundamental del empirismo según la cual el sujeto se enfrenta al mundo sin más mediaciones, recibiendo sus impresiones de él a través de las percepciones de los sentidos, o interviniendo en los estados del mundo mediante su acción”. Debido a ello, resulta ampliado el análisis abarcado por el enfoque empirista, en la medida en que evalúa la incidencia tanto del espíritu objetivo, como del subjetivo, en términos de conjuntos especiales de entidades 8]. Se atiene, en consecuencia, a la presencia del “primer mundo frente a la mente y entiende al segundo y tercer mundos ontológicamente, por analogía con el primero” [9].   

 

         De modo que “el mundo es considerado como la totalidad de aquello que es el caso” y la esencia de éste podría expresarse a través de enunciados verdaderos; partiendo de dicha conceptualización genérica de mundo, Popper especifica las nociones acerca de los tres universos convivientes de acuerdo a “la forma en que los estados de cosas existen”. Parafraseando a Habermas, “las entidades tienen una forma de ser específica según pertenezcan a cada uno de los tres mundos: se trate de objetos o sujetos físicos, de estados mentales o episodios internos, o de contenidos semánticos de los productos simbólicos” [10].

 

         La independencia característica del universo del espíritu objetivo se expresa en que los productos simbólicos son resultantes de la creatividad intelectual del hombre, enfrentándose al mundo subjetivos través de una conexión de sentido resistente, problemática y opaca, que debe “iluminarse” mediante la actividad mental. De manera que las producciones de orden intelectual confrontan a la mente humana en términos de planteos problemáticos, es decir que, siguiendo textualmente a Popper:

 

         Estos problemas son claramente “autónomos”. No son creados por nosotros en modo alguno, sino que más bien los descubrimos, y en este sentido existen ya antes de que los descubramos. Es más, puede que algunos de estos problemas sean irresolubles. Para resolver estos problemas quizás inventemos nuevas teorías. Estas teorías son a su vez creadas por nosotros: son producto de nuestro pensamiento crítico y creador, asistido en muy buena medida por otras teorías existentes del tercer mundo. Una vez que hemos producido estas teorías, generan de inmediato nuevos problemas, inesperados y no buscados, problemas autónomos que tienen que ser descubiertos. Esto explica por qué el tercer mundo, que genéticamente es una producción nuestra es, sin embargo, “autónomo” en lo que respecta a lo que podríamos llamar su “status” ontológico. Así se explica que podamos actuar sobre él aunque nadie puede dominar ni siquiera una pequeña parte de él. Todos contribuimos a su desarrollo y, sin embargo, casi todas estas contribuciones individuales son insignificantemente pequeñas. Todos tratamos de entenderlo y ninguno de nosotros podría vivir sin contacto con él, ya que todos hacemos uso del lenguaje, cosa sin la cual difícilmente podríamos ser humanos. Sin embargo, el tercer mundo ha crecido mucho más allá del alcance no sólo del individuo, sino también de todos los hombres juntos (como lo demuestra la existencia de problemas irresolubles) [11].

 

         Tal posición y papel asignados del tercer mundo remite a la problemática de la imbricación recíproca entre los tres universos consignados y a la cuestión específica anclada en el “estrechamiento cognitivo” que Popper efectúa con relación al tercero de ellos, mediante el cual recusa dos premisas empiristas esenciales. En este sentido, “las entidades del tercer mundo no pueden ser reducidas a estados mentales a fuer de formas de expresión del espíritu subjetivo”, siguiendo a Habermas,  y los nexos entre los dos primeros mundos no pueden ser entendidos exclusivamente según el modelo causal que rige las relaciones mutuas establecidas entre las entidades correspondientes al primer mundo. De esa forma es cuestionada radicalmente la noción de tinte psicologista referida al espíritu objetivo, tanto como la concepción de raigambre fisicalista atinente a la evaluación del espíritu subjetivo.

 

         En definitiva, “la autonomía del tercer mundo representa una garantía de que tanto el conocimiento de, como en la intervención en, los estados del mundo objetivo vienen mediados por el descubrimiento de la lógica específica de los nexos internos de sentido” [12], de allí la imposibilidad de interpretar el tercer universo en cuento simple manifestación del segundo, ni éste como mero reflejo del tercero.

 

         Desde cierto punto de vista, Popper continúa ajustado al marco empirista clásico, del cual no obstante pretende alejarse, teniendo en cuenta que su enfoque acerca de las conexiones, de índole cognitivo-instrumental, entabladas entre el “sujeto cognoscente y agente, por un lado, y las cosas o sujetos con los que nos topamos en el mundo objetivo, por otro, están tan al centro de la atención, que dominan el intercambio entre el espíritu subjetivo y el objetivo”, de acuerdo a la revisión habermasiana del contenido gnoseológico de la teoría elaborada por aquel filósofo.

 

         El proceso integral del conocimiento estaría, entonces, fundamentalmente al servicio del saber teórico y de la ampliación del saber técnicamente utilizable, por lo que la evolución científica, estimada en tanto proceso cíclico de carácter acumulativo, determina que el tercer mundo se encuentre compuesto, en lo esencial, de problemas, cuestionamientos teóricos y argumentaciones. Aunque se mencionan, además de los cuerpos teoréticos y de las técnicas instrumentales, las instituciones sociales y los productos artísticos -como casos comprendidos dentro del tercer mundo-, Popper sólo tiende a visualizar en dichas expresiones intelectuales “variantes de una encarnación de contenidos proposicionales”. En última instancia, desde la perspectiva de Habermas, ese tercer campo equivaldría a la totalidad de los pensamientos objetivos, dentro del ámbito de un derrotero conceptual similar al seguido por Frege [13].

 

         La cosmovisión epistemológica popperiana considera al tercer mundo en sentido claramente ontológico, en cuanto todo configurado por entidades que manifiestan cierta forma de ser, pero asimismo -en dicho contexto- lo interpreta de un modo tendente a la unilateralidad. Por lo tanto, partiendo de “la perspectiva conceptual del desarrollo de la ciencia, el tercer mundo comprende los elementos cognitivos, científicamente elaborables, de la tradición cultural. Ambos aspectos se revelan como sensibles limitaciones cuando se intenta hacer uso del concepto popperiano de tercer mundo para la fundamentación de la sociología” [14] 

 

 

Los contratiempos de la sociedad abierta

 

         Popper recibió el reconocimiento durante más de medio siglo como un adalid de la libertad, al mismo tiempo que en su condición de crítico implacable cualquier modalidad de totalitarismo. Se opuso en forma terminante a las expresiones teñidas de oscurantismo en todos los ámbitos intelectuales, ya sea en las manifestaciones religiosas, en los nacionalismos “étnicos” o en las ideologías políticas. En “La sociedad abierta y sus enemigos”, luego de analizar las consecuencias perniciosas que para el progreso de la sociedad abierta había tenido el legado del pensamiento platónico, cuestionó en sus raíces al materialismo histórico.

     

         A través de otra de sus obras, “La Lección de este Siglo”, advirtió sobre la emergencia de una creciente violencia y el avance de conductas egoístas en el mundo contemporáneo, factores que amenazan la estavilidad de los sistemas democráticos. Se plantea los cruciales interrogantes acerca de qué tipo de salidas se ofrecen para la resolución de los graves problemas ecológicos y demográficos del siglo XX. También se preocupó por las derivaciones de comportamientos corruptos en aumento. Popper concebía que el filósofo tiene el deber moral de involucrarse en el campo de la política y reclamó que el conjunto de la humanidad, comenzando por los intelectuales, asuma la responsabilidad que le corresponde.

 

  

BIBLIOGRAFÍA  

BUNGE, Mario: “Epistemología”, Barcelona, Ariel, 1981

BUNGE, M.: La Ciencia, su Método y su Filosofía; Buenos Aires, Siglo XX, 1988

HABERMAS, Jürgen: Teoría de la acción comunicativa. Racionalidad de la acción y recionalización social (2 volúmenes); Madrid, Taurus, 1999

PLATÓN: República; Buenos Aires, EUDEBA, 1963

POPPER, Karl Raimund: La sociedad abierta y sus enemigos; Barcelona, Paidós, 1998

POPPER, K.: La lógica de la investigación científica; Madrid, Tecnos, 1982

POPPER, K.: Sociedad abierta, universo abierto (conversación con Franz Kreuzer); Madrid, Tecnos, 1997

SCHÜTZ, Alfred: Fenomenología del mundo social; Buenos Aires, Paidós, 1972

WOLFF, Kurt: Contribución a una sociología del conocimiento; Buenos Aires, Amorrortu, 1968

 


[1] POPPER, K., ídem, pág. 17

[2] POPPER, K., ídem

[3] Su exposición clásica acerca de la cuestión metodológica fue publicada en Popper, K., La lógica de la investigación científica (Madrid, Tecnos, 1982). Un autor que sigue una línea de pensamiento semejante es Bunge, Mario (“Epistemología”, Barcelona, Ariel, 1981 y                                                                                )

[4] Puede decirse que las corrientes antidogmáticas habrían surgido a través del racionalismo cartesiano y del empirismo lockeano durante el siglo XVII, aunque debe reconocerse la transcendencia de la obra de Bacon respecto de la evolución de la segunda vertiente.

[5] POPPER, K.: Objective Knowledge; Oxford, 1972, pág. 106 (Habermas asimila el segundo mundo a aquellas “disposiciones comportamentales” tendentes a la acción).

[6] POPPER, K.: Reply to my Critics; en Schilp, P. (ed.), “The Philosophy of Karl Popper” [Tomo II]; Lasalle, 1974, pág. 1050. Citado por Habermas, J., ob. cit., quien menciona las consideraciones particulares que condujeron a la cosmovisión popperiana a relacionarse con el pensamiento objetivo (Frege), a adoptar parcialmente la crítica al psicologismo esgrimida por Husserl y a sostener, en referencia a los contenidos de orden semántico de los productos mentales simbólicos -generalmente objetivados desde un punto de vista lingüístico- cierto estatuto independiente de los actos y estados intelectuales.

[7] ECCLES, J. y POPPER, K.: The self and its Brain, Nueva York, 1977, pág. 38

[8] HABERMAS, J.: ob. cit., pág. 112

[9] La teoría popperiana del “tercer mundo” concuerda, en parte, con la visión del ser espiritual desarrollada por Hartmann, Nicolai (Das Problem des Geistiges Seins, Berlín, 1932; citado por Habermas, J., ob. cit.)

[10] HABERMAS, J., ob. cit., pág. 113. Son diferenciados por lo tanto los espíritus objetivo y objetivado, distinguiéndose asimismo los contenidos semánticos explícitos –“ya” encarnados mediante signos gráficos, fonemas, etcétera-, respecto de aquellos otros de carácter implícito, aun no descubiertos, que todavía “no han quedado objetivados en soportes del primer mundo, sino que simplemente son inherentes a los ya encarnados”.

[11] POPPER, K.: Objective Knowledge, ob. cit., págs. 180-181 (Citado por Habermas, J., ob. cit., págs. 113-114

[12] HABERMAS, J., ob. cit., pág. 114

[13] HABERMAS, J., ídem, pág. 115

[14] HABERMAS, J., ídem

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