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6 Septiembre 2018
La función relevante de las elites corporativas empresariales, dentro de la sociedad considerada integralmente, constituye una noción liminar y determinante de la obra schumpeteriana, en aras del "desarrollo y crecimiento" económicos. Según tal enfoque teórico, en el contexto del sistema capitalista operaría un móvil inherente al mismo, consistente en una especie de "anhelo de procesos innovadores", el cual representaría el eje de la dinámica productivo-laboral de dicho régimen de acumulación y distribución. Los sectores pertenecientes al empresariado serían, en consecuencia, actores “estelares” de la función creativa, generando reconversiones ventajosas en el marco de la “competencia libre”, al fungir en términos de promotores de la destrucción que implica creación, dado que la innovación provoca un quiebre del statu-quo, y evita entonces el estancamiento del “progreso”.
Asimismo, Schumpeter estimaba que el quehacer de esos agentes económicos comprende a un par de grupos, por un lado quienes únicamente se abocan a preservar la estructura organizacional de las firmas, y -por el otro- aquellos que incentivan la actividad creadora a partir de pautas renovadas. Los segundos merecerían auténticamente el calificativo de empresarios, en sentido estricto, teniendo en cuenta su idoneidad en pos de la evaluación de “oportunidades progresistas”, que los beneficiaría, así como también favorecería al conjunto social de cualquier nación.
De acuerdo a esta visión, cualquier “emprendedor de empresas” experimenta el inconveniente del convencimiento, hacia los financistas, acerca de que las nuevas modalidades que requieren un apoyo crediticio, resultan superiores a las vigentes. Cuando se logra tal aporte, ello redundará en un paso adelante en lo económico, puesto que se incrementa el fluir de bienes y servicios, circulantes en el mercado de consumo.
La apología schumpeteriana de la clase empresaria incluía la aprobación de las conformaciones monopólicas, evaluadas en tanto incentivadoras, a la vez que retribuidoras “justas”, con respecto a quienes aplicaron innovaciones en sus negocios. Según esta perspectiva, dicha faceta consistente en el factor compensatorio tendría, sobre todo, su aspecto virtuoso radicado en su carácter transitorio ya que, en una fase temporal relativamente breve, emergerá de manera indefectible un aporte nuevo, fundado en algún tipo de innovación (técnica, organizacional, administrativa, etcétera) sustitutiva de la configuración monopólica predominante hasta entonces.
El prisma laudatorio sobre el sector empresarial enfrentó fuertemente a Schumpeter con el posicionamiento conceptual keynesiano porque, siguiendo el ideario del primero, constituía un riesgo sistémico que la dirigencia política, en lugar de los directores o ejecutivos de firmas del ámbito privado, comandasen los destinos económicos de los países, situación que derivaría en un fracaso inevitable.
Fue notable la incidencia schumpeteriana en las apreciaciones contemporáneas referidas al “progreso económico”, a tal punto que la expresión "empresariado", para el imaginario colectivo del capitalismo, -incluso en la actualidad- conlleva un significado semejante al sentido de aquélla. Dentro de su bibliografía, destacan “Capitalismo, socialismo y democracia”, junto al texto “Historia del análisis económico”, ya calificado en cuanto una de las obras clásicas relevantes de la historia de las concepciones económicas contemporáneas.
Schumpeter abrevó en las fuentes de la “la teoría del equilibrio general”, extendida entre los economistas en el transcurso de la dos última décadas decimonónicas, y las ideas de dicho autor devienen inescindibles del contexto temporal de su época, marcada por coyunturas críticas sucesivas a escala internacional. Los análisis detallados de Petty, Cantillon, y Quesnay, fundamentalmente, lo indujeron a enfocarse en la problemática acerca del uso del erario y de las cuestiones crediticias.
En forma ulterior, se detuvo en el abordaje abstracto de los asuntos mencionados, llevado a cabo -sobre todo- por Smith, Ricardo, y Marshall. Asimismo, fue el aporte walrasiano el que lo condujo a elaborar el tratamiento de la evolución económica, reaccionando frente a la noción de equilibrio general, lo cual alimentó el contenido sustancial de “Teoría del desenvolvimiento económico”, editado en el año 1912.
En los inicios del libro precitado, que abarca el estudio de la corriente circular, se afirma que “la teoría del valor denominada de los costos, y la de Ricardo, del trabajo, sugieren con fuerza la misma conclusión, explicándose por ello algunas tendencias doctrinales, como la que pretende reducir a trabajo toda clase de ingresos, incluyendo a veces el interés"[1].
[1] Schumpeter, Joseph (1967): “Teoría del desenvolvimiento económico. Una investigación sobre ganancias, capital, crédito, interés y ciclo económico, Buenos Aires/México, 4ª. edición lengua castellana.
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