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INKORRUPTIBLES. Misceláneas sociopolíticas

Cognición y Epistemología. Política y Sociedad, Estado, Democracia, Legitimidad, Representatividad, Equidad Social, Colonización Cultural, Informalidad y Precariedad Laborales, Cleptocracia, Neoconservadurismo, Gobiernos Neoliberales, Vulnerabilidad, Marginaciones, y Exclusión Colectivas y Masivas, Kirchnerismo Peronista, Humanidades, Sociología, Ciudadanía Plena, Descolectivización e Individualismo, Derechos Sociopolíticos, Flexibilidad ocupacional. Migraciones Laborales. Discriminaciones por Género, y Étnico-raciales, Políticas Socioeconómicas, Liberalismo neoconservador, Regímenes neoliberales de acumulación, Explotación laboral, Mercado de trabajo, Flexibilización y precariedad ocupacional, Desempleo, subocupación, subempleo, Trabajo informal...

METODOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES - Juan Labiaguerre

Frente a la concepción epistemológica de raigambre positivista, que tanta incidencia ha tenido en los estudios sociales, el perfil investigativo que convendría sustentar es ajeno a la atribución de la condición de “naturalidad” a los hechos sociales, tal como éstos vienen dados, tomando plena conciencia de que analizamos procesos de algún modo contingentes. Al respecto, puede decirse que “la Sociología posibilita al menos la atenuación del etnocentrismo en lo que se refiere a la organización y los procesos sociales [permitiendo] percibir la historicidad de los fenómenos sociales estudiados ... la sociedad humana ha cambiado tanto de un país a otro y de un siglo a otro que se impone considerarla ante todo como un fenómeno histórico” [Beltrán]. De allí que historia y sociología conforman emprendimientos del conocimiento mutuamente imbricados, de alguna forma el “cara y cruz de una misma moneda”, debido a la coincidencia del objeto a indagar, el cual debe ser analizado de manera complementaria.

La metodología sociohistórica, junto a la conceptualización simultánea de los cambios operados en el universo laboral se fundamenta, por lo tanto y en principio, en el estudio de la configuración de dicho proceso durante un periodo adecuado para comprenderlo, mediante la percepción de la extensión temporal de tal realidad versátil. Se trata de un método que apunta a aquello que se denomina postdicción histórica, la cual evalúa los hechos sociales, de acuerdo a plazos de distinta duración, en cuanto “ámbito preciso para hablar de los cambios experimentados”. Ello obedece a que en cualquier problemática social, y dentro de ella el factor trabajo, no existe una sola línea causal sino que, por el contrario, aquella refleja un “mosaico” compuesto por un conjunto de múltiples causas que siempre rodean confusamente el proceso de que se trate, por más que en el mejor de los casos puede discernirse una cierta jerarquía causal... [dada la] variedad de instancias que hayan podido influir, condicionar o determinar el fenómeno [Beltrán].

En definitiva, recurrir al enfoque histórico conlleva el propósito explícito y claro de acceder a algún tipo de perspectiva basada en la causalidad, aunque también pretendiendo la comprensión de las acciones sociales, en la medida en que los procesos mentales, explicativos como asimismo comprensivos, devienen funcionalmente compatibles [Weber]. La necesidad del método histórico en ciencias sociales, junto a su complementariedad con otros recursos técnico-epistemológicos, puede resumirse indicando que “la Sociología trabaja con un objeto de conocimiento, la realidad social, que es esencialmente histórico: cada sociedad es única, y ha sido configurada en una trayectoria específica que da razón de ella explicando su génesis, lo que no excluye, sino impone, la abstracción y la generalización convenientes...” [Beltrán]

Asimismo, y en tanto complemento ineludible del enfoque histórico, un método paralelo alude al recurso comparativo, resultante de la conciencia de la diversidad: la variedad de formas y procesos, de estructuras y comportamientos sociales, tanto en el espacio como en el tiempo, lleva necesariamente a la curiosidad del estudioso, al examen simultáneo de dos o más objetos que tienen a la vez algo en común y algo diferente. Dicha interpretación se aleja de la creencia convencional, asentada en la concepción sociológica clásica, por ejemplo durkheimiana, que pretendía parangonar su metodología con la correspondiente a las ciencias naturales “duras”. Esta visión afirmaba que “el método comparativo sustituye en las ciencias sociales al imposible o muy difícil método experimental propio de muchas de las ciencias físico-naturales... [teniendo en cuenta que] el científico social sólo muy raramente puede manipular las variables de manera directa. En tanto que, gracias al método comparativo, puede manipular indirectamente las variables que le interesa controlar” [Beltrán].

El proceder que tiene como finalidad la construcción de tipologías, o clasificaciones, ambas encuadrables en una actitud metodológica conducente al logro de cierta “tipificación taxonómica”, representan operaciones elementales de todo procedimiento científico. En consecuencia, la especificidad de tal método, en nuestro caso referido al estudio de la esfera sociolaboral, consiste puntualmente en recurrir a la comparación sistemática de fenómenos de diferente tiempo o ámbito espacial, con el objeto de obtener una visión más rica y libre perteneciente al ámbito o época del investigador, o de articular una teoría o explicación que convenga a fenómenos que trasciendan ámbitos o épocas concretos [Beltrán].

Verbigracia, en referencia al proceso de degradación ocupacional, es inevitable un ejercicio intelectual comparativo, ya que los caracteres asumidos por el mismo, en nuestros días, resultan parcialmente asimilables con algunos rasgos de tal fenómeno expresados históricamente. Además, en aras de un entendimiento cabal de la cuestión, deben contrastarse distintas manifestaciones de ella en culturas, países y sociedades diferentes.

Enfrentando un tratamiento científico convencional de índole positivista, adoptado desde perspectivas variables, se desarrolló un pensamiento inconforme con el mero estudio de “aquella realidad que viene dada”, que cuestionó el orden social imperante, o statu quo. Es sumamente conocida la posición marxista, durante el siglo XIX, opuesta radicalmente a distintas concepciones estáticas de la sociedad, limitadas a la simple observación de la misma, y proponiendo una perspectiva “materialista dialéctica”, o teoría tendiente al descubrimiento de las leyes reales, explicativas de los sucesivas transformaciones radicales de aquélla.

De allí la vigencia de un método complementario de carácter crítico-racional, que durante la primera mitad de la centuria siguiente fue desarrollado -entre muchas otras corrientes teóricas- por la denominada Escuela de Frankfurt, cuya postura teórica no apunta al logro de una acumulación de conocimientos por sí mismos, sino que su meta radica en la “emancipación del hombre de la esclavitud” [Horkheimer]. En el sentido expuesto, reclamar para la ciencia social el ejercicio de la racionalidad en la consideración de los fines sociales, es tanto como decir que uno de los métodos de la sociología ha de ser el crítico-racional [Beltrán].

En nuestro caso, el incremento del “saber” acerca de las distintas modalidades precarias de inserción laboral, contrastadas con otras formas históricas de vulnerabilidad ocupacional, no representa un objetivo en sí mismo, sino un medio de cuestionamiento de los regímenes que legitiman, inclusive desde el punto de vista normativo-jurídico, aquellas relaciones productivas. El análisis de los modos de uso de la fuerza de trabajo humano tiende a develar los diversos mecanismos de explotación del esfuerzo de una masa de la población mundial, dado que ellos explican muchos de los factores que generan crisis, tensiones y conflictos en el seno de las sociedades. Particularmente, en  este fin de siglo, el funcionamiento del modelo de acumulación capitalista globalizado, en lo que refiere específicamente al ámbito del empleo, determina en gran medida ciertos problemas graves del presente, tales como la violencia social, las migraciones masivas, nuevos tipos de enfrentamientos étnicos, la miseria económica creciente, las hambrunas, la mortalidad infantil, etcétera.

La posibilidad y necesidad de uso del método cuantitativo, en el análisis de la realidad social, se presenta en lo que refiere a ciertos rasgos del objeto de estudio, que lo requieren específicamente. Dado el carácter peculiar de los fenómenos y procesos propios de toda sociedad, algunos de sus aspectos resultan mensurables cuantitativamente, mientras que en otros es impracticable ese tipo de medición: el hombre y la sociedad humana presentan múltiples facetas a las que conviene el método cuantitativo: todos aquellos en que la cantidad y su incremento o decremento constituyen el objeto de la descripción o el problema que ha de ser explicado [Beltrán]. Dicha aclaración aparentemente obvia o trivial, obedecería a que “si bien el problema puede ser de cantidad, quizá la explicación no tenga por qué ser cuantitativa”, tal como ocurre, por ejemplo, en el tratamiento de cuestiones de índole demográfica.

Este recurso resulta de uso imprescindible, en aras de la posibilidad de acceso al estudio de ciertos acontecimientos y problemas sociales. Es sabido que dicha metodología no presenta un correlato excluyente con la “vía empírica”, pues aquélla recurre siempre a procedimientos empiristas, mientras que lo inverso no es cierto, pues empírica es también la investigación cualitativa, en la medida en que no es puramente especulativa, sino que hace referencia a determinados hechos. De acuerdo a lo apuntado, conviene “reservar la utilización del término empírico para la investigación o la reflexión cuyo referente fáctico sea sumamente próximo, ya se utilice el método cuantitativo o el cualitativo. Y no empírica, o no inmediatamente empírica, sería aquella investigación o reflexión de corte filosófico, lógico o valorativo en que el referente teórico fuese más lejano o pre-textual” [Beltrán].

Aquel análisis sociológico que demande el abordaje de indicadores, susceptibles de apreciarse cuantitativamente, deberá usar necesariamente una metodología afín, ya se trate de información surgida de fuentes diversas, que aportan datos “secundarios”, preexistentes e independientes de la investigación, o a través de la aportación de elementos informativos, muchas veces elaborados en forma ad-hoc por el mismo investigador, de carácter “primario”.

A los efectos de operacionalizar las nociones sustanciales sobre el objeto del estudio social, surgidas del estado de la cuestión, es preciso indagar sobre datos estadísticos secundarios, provenientes de fuentes tanto oficiales como privadas. En forma paralela a ese tratamiento cuantitativo, se han de tener en cuenta los resultados de diferentes abordajes con respecto a trayectorias laborales, de personas y grupos sociales, que permitan asimismo estimar la dimensión cualitativa de los procesos tratados...

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