Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
INKORRUPTIBLES. Misceláneas sociopolíticas

Cognición y Epistemología. Política y Sociedad, Estado, Democracia, Legitimidad, Representatividad, Equidad Social, Colonización Cultural, Informalidad y Precariedad Laborales, Cleptocracia, Neoconservadurismo, Gobiernos Neoliberales, Vulnerabilidad, Marginaciones, y Exclusión Colectivas y Masivas, Kirchnerismo Peronista, Humanidades, Sociología, Ciudadanía Plena, Descolectivización e Individualismo, Derechos Sociopolíticos, Flexibilidad ocupacional. Migraciones Laborales. Discriminaciones por Género, y Étnico-raciales, Políticas Socioeconómicas, Liberalismo neoconservador, Regímenes neoliberales de acumulación, Explotación laboral, Mercado de trabajo, Flexibilización y precariedad ocupacional, Desempleo, subocupación, subempleo, Trabajo informal...

PRODUCCIONES MARGINALES DE SUBSISTENCIA ECONÓMICA - Juan Labiaguerre

              Las actividades económicas que presentan una funcionalidad indirecta, en dicho ámbito periférico, se vinculan con el capital en general -incluido el estatal- y no en forma excesivamente predominante con el capitalismo privado. De este modo, tiende a manifestarse una contradicción en el proceso de valorización, dentro del marco de industrialización sustitutiva, característico de las economías subdesarrolladas . La tendencia recurrente hacia una caída en el índice de ganancia se compensa, entonces, mediante una retribución salarial de la capacidad laboral por debajo de su valor de cambio, de manera que esta posibilidad de subremuneración alimenta e incentiva las actividades informales, representando las mismas una condición esencial en términos de la reproducción del capital, en dicho contexto de valorización.

                La compatibilización del funcionamiento pleno del régimen capitalista de producción, con la presencia insoslayable de posiciones marginales, articuladas con el proceso de explotación inmanente del modelo de acumulación, conduce al análisis de los mecanismos mediante los cuales aquéllas emergen y del grado en que su existencia constituye un rasgo “inevitable” en el contexto del capitalismo <dependiente> . Corresponde resaltar que dichas formas irregulares de inserción ocupacional desempeñan un rol fundamental en el funcionamiento global del sistema capitalista, razón por la que se cuestiona su misma categorización en tanto “marginales”, teniendo en cuenta la dimensión considerable, como vimos, mediante la cual que estos sectores devienen cruciales en la propia dinámica de acumulación.

                Por otro lado, se hace necesario reconceptualizar la noción de marginalidad, en el marco de sociedades ya de por sí periféricas, reivindicando la categoría analítica de <producción de subsistencia>. Ello implica evaluar el rol de los trabajadores no asalariados, sin retribución monetaria o sólo remunerados en proporción ínfima, en tanto componente estructural del sistema capitalista .

                A través del ejemplo particular argentino, uno de los indicadores claves de la precariedad ocupacional actual consiste en la elevada tasa de subempleo, que mensura la magnitud de aquel segmento de la población activa que trabaja durante jornadas inferiores a treinta y cinco horas semanales, y que necesita hacerlo -buscándolo infructuosamente- por más tiempo. De acuerdo al gráfico expuesto a continuación, se comprueba el ascenso de tal guarismo, en zonas urbanas, en el transcurso de la década de los años noventa, apreciándose aquí nuevamente (como en el caso del índice de paro) una situación aun más desfavorable en el conurbano bonaerense, si se la compara con la del interior del país. Cabe mencionar que la dimensión de los trabajadores subocupados experimenta un incremento paralelo al de la fuerza laboral parada, superando en muchas instancias la proporción de esta última.

                Recordemos que el modelo fordista de las economías desarrolladas del capitalismo tardío, a partir de la denominada <tercera revolución tecnológica> de posguerra y asociado a la consolidación de una fuerza de trabajo asalariada, condicionó un tipo de inserción laboral enmarcado por cierta regulación jurídico-institucional . En cambio, contrastando con la evolución de las economías industrialmente avanzadas, las contradicciones de las sociedades latinoamericanas impidieron la constitución de un “tipo fordista puro” referido a las relaciones laborales, situación que engendró una extensión atípica del proceso proletarizador, en contextos urbanos, sin la correlativa universalización del mecanismo propio del asalariamiento. La mencionada impronta histórica, consolidada estructuralmente, determinó la existencia masiva de trabajadores no asalariados regular y formalmente, aunque ubicados dentro de la lógica de funcionalización del capital, en términos de su valorización, controlados por formas alternativas a la mediación salarial .

                Es preciso señalar que la incorporación de capacidades laborales al mercado implica, genéricamente, el control de la fuerza de trabajo -asalariada o no- por parte del capital, a fin de lograr la funcionalidad adecuada en cuanto a su valorización, acorde con el modelo de acumulación respectivo. No obstante tal condicionamiento, dicha integración puede presentar modos diferenciados, de acuerdo a la estimación de dos ejes analíticos fundamentales, reflejados en las dimensiones representadas por la existencia -o no- de asalariamiento y de regulación institucional . Bajo ese encuadre, la cualidad renovada del ejército de reserva radicaría en la relevancia decisiva que, sobre la base de su <disponibilidad existencial>, adopta la producción de supervivencia, razón por la que una “caracterización de nuevas formas de pauperización termina adquiriendo legitimación conceptual” .

                Al respecto, cierta concepción apriorística de la segmentación del mercado laboral obstaculiza una comprensión amplia de la situación ocupacional, generada como consecuencia del fenómeno correspondiente al proceso de heterogeneización productiva . En este sentido, el estudio de las denominadas estrategias familiares de supervivencia, o más integralmente el análisis global de las diversas lógicas de subsistencia desplegadas por distintos grupos sociales, desplaza el eje analítico hacia la instancia reproductiva de la fuerza de trabajo.

                Un panorama de la situación laboral argentina durante la última década del siglo  señala la existencia de elevados niveles de paro, una tasa creciente de subempleo y un número de trabajadores sobreocupados. En este último rubro, se estimó que casi setecientas mil personas en Gran Buenos Aires trabajan entre 12 y 14 horas, seis días a la semana . El conjunto de factores mencionados, considerados en un sentido acumulativo, determina un cuadro de acentuado deterioro ocupacional. Se eliminaron empleos en el sector industrial y creció el comercio autónomo, mientras que la precariedad del trabajo también se visualiza en el incremento de jefes de familia sin actividad remunerada estable, a quienes -debido a su edad y tipo de capacitación- se les presentan cada vez menos oportunidades de obtener un ingreso monetario fijo. Teniendo en cuenta indicadores suministrados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano circundante, espacio territorial en el cual habitan alrededor de doce millones de personas, una cuarta parte del total de ellas -una de cada dos en edad de trabajar- se encuentra en la búsqueda de un trabajo, al estar desempleada, subocupada o bien porque el pago de su ocupación actual le resulta insuficiente .

 La descentralización de la esfera laboral convencional

                La propuesta en torno de la implementación de una renta existencial, en el contexto de los países europeos más avanzados industrialmente, se adecua a la estructura clasista típica del posfordismo en las sociedades desarrolladas . Teniendo en cuenta tal estructuración sociolaboral, los movimientos sociales del presente difícilmente se fundamenten en posiciones ocupacionales correspondientes a trabajos que devienen vulnerables, inestables y cada vez más <flexibles> .

                En la historia contemporánea la totalidad de las formaciones socioeconómicas, bajo las alternativas inspiradas en el liberalismo mercantil, el modelo keynesiano o los socialismos reales, compartieron la utilización del asalariamiento laboral. Sin embargo, tanto en los EE.UU. y Europa Occidental, como así también en la extinguida U.R.S.S., tuvieron vigencia diferentes modalidades caracterizadas genéricamente por el “trabajo a destajo” . Además, en nuestros días emergen, dentro del marco de las economías desarrolladas, las demandas de nuevas formas de retribución social, pues el ocaso de la era marcada por el Estado keynesiano y el trabajo fordista remite a cuestiones como la reducción de la jornada laboral, la redistribución de las actividades productivas y hasta la misma supresión del <asalariamiento> en sentido estricto. Las propuestas en torno de la renta existencial implican, a su vez, trasladar dicha realidad socio-ocupacional a un proyecto esencialmente político.

                Cabe referir a los planteos teóricos alrededor del eventual fin de la sociedad del trabajo, junto al consenso creado acerca de la utopía sobre un hipotético retorno a regímenes sociolaborales con <pleno empleo>. Al respecto, si en un pasado relativamente reciente resultaba cuestionable la esencia transformadora de los planes reivindicadores de las ocupaciones dependientes, regulares y estables, en el presente ese posicionamiento resultaría retrógrado, desde la perspectiva de los movimientos de izquierdas más radicales de los países altamente industrializados. Estos sectores rechazan la idea de un regreso al Estado de Bienestar, en la medida en que las medidas de asistencia social habrían representado meras “instituciones de control y de gestión de la pobreza”.

                El sobrante de mano de obra debilita, mediante la competencia del lado de la oferta, la posición negociadora de los trabajadores ocupados, quienes resultan en la práctica coercionados a someterse a un exceso de actividades, lo cual a su vez coadyuva a ensanchar el segmento conformado por la población activa superflua. De manera que el paro de ciertas fracciones sociolaborales determina la explotación discrecional del trabajo de otras, alimentándose recíprocamente ambas instancias: el desempleo de masas representa una cara de la moneda, mientras su reverso consiste en la desvalorización progresiva del coste laboral, propiciado por la creciente vulnerabilidad presentada por el empleo, las consecuencias de la flexibilización laboral, la reducción de los salarios directos y diferidos (jubilación, salud, indemnizaciones por accidente), el alargamiento de las jornadas de trabajo y los efectos de la terciarización de las actividades económico-productivas .

                Desde el punto de vista estrictamente económico, a partir del ingreso en la <era de la informática>, tal como se desarrolló anterirmente, fue clausurada una etapa del capitalismo que vivió su apogeo internacional durante alrededor de veinte años . En tal contexto, la marginación de amplios grupos de la población activa del mercado laboral, y por ende del consumo tanto individual como colectivo, representa una realidad que tiende a expandirse. El trabajo, en definitiva, en cuanto componente medular de integración social, y base generadora de identidad cultural, abandonó dichos roles sin que su lugar haya sido cubierto por alternativas sustitutivas, en orden a la atención de sus funciones elementales.

                La crisis manifestada en la “sociedad asalariada”, a través del declive de las relaciones fordistas de producción, en su rol de fundamento cohesivo de interacción colectiva, se refleja en la concepción sobre el fin inevitable del trabajo remunerado estable, y relativamente bien retribuido, como perspectiva real, destinado a afectar a sectores crecientes de las capacidades laborales disponibles .

                La diferenciación entre los procesos de inserción sociolaboral y la dinámica de integración sistémica escinde conceptualmente las relaciones ordenadas o conflictivas, entabladas por los agentes económicos, frente a aquellas otras establecidas entre los componentes del sistema social, respectivamente. Las primeras oponen las temáticas adaptación/alienación, norma/poder y consenso/conflicto, postura que refleja un enfoque -predominante hasta fines de los años sesenta reflejado, verbigracia, en los análisis de la marginalidad en América Latina . Ello remite a los efectos de una evolución económica desigual y dependiente la cual, mediante la articulación de distintos procesos de acumulación, dentro de un marco signado por un estancamiento productivo crónico-estructural, “genera una superpoblación relativa no funcional respecto de las formas productivas hegemónicas” .

                El marco histórico de la marginalidad latinoamericana, a mediados del siglo XX, diverge notablemente con relación al panorama resultante de la revolución industrial decimonónica europea, dado que la concentración poblacional de los grupos socialmente marginales, en ciertas ciudades de grandes dimensiones, es superior respecto del proceso análogo ocurrido en los inicios de la industrialización en los países centrales . Desde un punto de vista histórico-comparativo, la esencia del pauperismo característico del siglo XIX, en los países capitalistas desarrollados, radicaba en la inexistencia de relaciones organizadas del trabajo, carencia compensada mediante la fuerte presencia de vínculos familiares sólidos y la integración social en comunidades estructuradas. Contrastando con dicha situación, la realidad actual remite a un profundo cuestionamiento de la articulación compleja de los mecanismos <comunitarios>, las protecciones y los regímenes de individuación, lo cual determina el carácter irreversible de las “transformaciones que van en el sentido de una mayor flexibilidad” .                Cabe destacar que, mientras a comienzos del siglo XX, las plataformas programáticas de los partidos de izquierdas proclamaban todavía la abolición del trabajo asalariado, con el devenir secular la propia socialdemocracia tendió a defender su consolidación, desconectando en el mayor grado posible las cuestiones de la ocupación y del ingreso laboral, respecto de las coyunturas cambiantes del mercado .

                La restricción horaria de la jornada laboral, propuesta en el contexto de algunas economías avanzadas, constituye una medida tendente a promover el progreso social de los trabajadores, por medio de la redistribución de las ganancias, generadas sobre la base de la mayor productividad, resultante de la evolución tecnológica . Sin embargo, el procedimiento consistente en reducir el horario de trabajo diario no ha sido eficaz de cara a suprimir la desocupación, ya que ésta va pegada como la sombra al propio capitalismo. Éste responde a un mecanismo que no puede funcionar sin una tendencia abierta o espontánea a la generación de una población activa excedente, ya que necesita del “motor” de la tensión competitiva al interior de la oferta de mano de obra. Cuando por razones demográficas -o de otra índole- se halla cerca del <pleno empleo>, dicho mecanismo acelera el proceso de innovación tecnológica aplicada a la producción y, en tal contexto, el alza de los salarios actúa como un incentivo para la incorporación de tecnologías capital-intensivas, ahorradoras de costos laborales, provocando el incremento de fuerza de trabajo disponible .

                Corresponde indicar que el trabajo, en especial la actividad profesional o el ejercicio de un oficio determinado, representan una piedra basal, actualmente en proceso de erosión para muchos individuos y grupos sociales, que sustenta la configuración de  posiciones particulares, tanto del colectivo como de la propia identidad personal. No obstante ello, los gobiernos de muchos países recurrieron a la implementación de ajustes económicos estructurales, debido a que la reproducción del capital requería una revolución técnica, a efectos de enfrentar los desfases producidos como consecuencia de la eclosión del modelo fordista, en cuanto ordenador de las relaciones laborales .

                Además, la mutación del paradigma productivo, previamente descrita, exigía una precondición sine qua non, dado que sólo podía llevarse a cabo en tanto la articulación de las clases sociales, y las interrelaciones entre el Estado y el núcleo económico dominante, desequilibrara la balanza, decididamente, en favor de los sectores hegemónicos del capital .

                Teniendo en cuenta el conjunto de condicionamientos mencionados, en el marco de la sociedad presente se conjugan los rasgos distintivos de un <individualismo negativo>, enraizado en la falta de marcos normativos sociolaborales adecuados, generando un estado anómico de desafiliación de masas . En cuanto forma compensatoria ante el acentuado desarraigo comunitario basado, entre otros factores, en la desestructuración del continente universal del trabajo, consecuencia -a su vez- de la reconversión laboral-productiva-, en la moderna sociedad postindustrial, la localización de las intervenciones recobra una relación de proximidad entre los participantes directamente afectados, que las regulaciones universalistas del derecho habían desdibujado.

                El comienzo del nuevo milenio se encuentra marcado, entonces, por una notoria fragmentación de la normativa jurídica de las relaciones laborales, en términos de un proceso de recontractualización. Ello obedece a que, de un modo subyacente al marco regulatorio general, que brinda un posicionamiento y cierta identificación a los trabajadores asalariados, considerados colectivamente, la proliferación de modalidades singularizadas de tipos contractuales del trabajo ratifica la emergencia de un universo “balcanizado” de inserciones ocupacionales alternativas .

                La cuestión compleja del paro refiere a una situación generalizada en el sistema capitalista de nuestros días, constituyendo una temática socioeconómica predominante, con innegables aristas político-institucionales. En el presente, la cuestión que gira alrededor de la desocupación ya no es visualizada en tanto <problema social particular>, como se le concebía aproximadamente hace tres décadas, durante el apogeo del Estado de Bienestar, sino que resulta abordada como rasgo estructural, y primordial, de las mutaciones sociales de los últimos tiempos .

                El proceso de marginalidad social, en cuanto efecto de la insuficiente absorción de mano de obra por parte del sistema productivo, implica que el desempleo evoluciona dentro de las  más diversas expresiones de organización social, motivo por el cual es preciso caracterizar las contradicciones específicas que engendran la escasez de demanda de trabajo. Asimismo, con relación tal requerimiento, debe aclararse que los caracteres singulares de determinada institución económico-social no derivan tanto de las leyes inherentes a su modo de producción dominante como de la forma en que [el mismo] se inserta en un sistema económico dotado de leyes de movimiento específicas .

                En vistas de ello, el mecanismo que origina una población activa supernumeraria, en términos relativos, responde en consecuencia no sólo a la vigencia del funcionamiento <pleno> del mercado, sino a su readecuación a una economía que va más allá del régimen productivo imperante, la cual condiciona el devenir de éste. Tal circunstancia cristaliza en un auténtico encuadre de raíz estructural, cuyo pormenorizado análisis resulta crucial a la hora de comprender de las causales originales y las especificidades del paro masivo . Además, los procedimientos orientados a la reproducción constante del esquema económico-social vigente incluyen la permanencia de relaciones de dependencia personal, no sólo en circunstancias como la representada por la subsistencia de vínculos de índole <precapitalista>, al interior de ciertas sociedades periféricas .   

                Por otra parte, el predominio de las políticas económicas de cuño neoliberal, proyectadas en sus aristas más excluyentes hacia las sociedades periféricas, condiciona la gradual emergencia de un sistema de seguridad social que, en su componente previsional y en lo que atañe a la cobertura general de la fuerza de trabajo, secciona radicalmente la población activa .

                La categoría compuesta por los desempleados abarca al conjunto de personas que no realizan ningún tipo de trabajo durante un lapso determinado y que, además, se encuentran en la búsqueda del mismo. En el ámbito sociolaboral específico de las economías avanzadas, los trabajadores desocupados cuentan con un sistema estatal de seguro que les concede derecho a determinadas coberturas sociales, y/o a una asignación monetaria pública, mientras permanezcan en esa condición. Como contrapartida, en los países subdesarrollados las necesidades de los trabajadores parados sólo son cubiertas en una proporción reducida de ellos, y mediante montos sumamente estrechos. Debe señalarse en tal sentido la interconexión que se establece entre informalidad ocupacional y actuaciones de la esfera institucional pública, teniendo en cuenta que los nexos entre sector formal e informal no son estáticos y su dinámica viene condicionada -en última instancia- por procesos políticos dependientes del control estatal .

               Por ejemplo, diversos estudios realizados en la Argentina durante los últimos años determinaron que, sobre una tasa media general de desempleo cercana al 15% y relativamente consolidada, el paro en el sector moderno del aparato productivo no alcanza el 10%, mientras que en el “periférico” supera la cuarta parte de la población económicamente activa, correspondiente a dicho ámbito . Asimismo, si se considera que -hipotéticamente- los parados pertenecientes a la órbita periférica representan una reserva de mano de obra oferente, respecto del sector moderno del sistema económico, resultaría adecuado el postulado que vaticina un periodo prolongado signado por cierta fluidez relativa de la oferta de trabajo. En cambio, dicha población activa remanente no es evaluada en términos de <ejército de reserva> con relación a la esfera moderna, motivo que explica la tendencia a la marginación de grupos crecientes de la población, en referencia a tal espacio.

Compartir este post
Repost0
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post