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INKORRUPTIBLES. Misceláneas sociopolíticas

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Capacidades de mercado y esquema analítico clasista de la sociedad- ESTRATIFICACIÓN SOCIAL Y CLASES MEDIAS (IV) - SÉMBLER, Camilo

"Revisión analítica de los sectores sociales intermedios" (Sémbler) - Comisión Económica Para América Latina / Santiago de Chile, División de Desarrollo Social, Políticas Sociales N° 125, diciembre de 2006

...A continuación se procede a revisar algunos de estos enfoques contemporáneos sobre estratificación y clases sociales, destacándose aquellos en donde la preocupación por la identificación de las clases medias ha encontrado un mayor desarrollo, y que son particularmente los análisis de Anthony Giddens, Erik Olin Wright y Jhon Goldthorpe. En primer lugar, como orientación general de su análisis, Anthony Giddens va a considerar que las clases sociales no deben necesariamente suponerse como un actor social, ni siquiera como un grupo o formación cabalmente definida a partir de su inserción objetiva en una estructura o aglomerado de posiciones preexistentes, sino que, más bien, corresponden a agregados en gran escala de individuos, que se componen de relaciones definidas impersonalmente y que son nominalmente abiertos. Con esto, Giddens pretende atribuir un rol importante, pero no exclusivo, a los comportamientos y relaciones entre los individuos para la identificación de las clases, de modo tal que en vez del concepto estructura de clases va a insertar la noción de estructuración de las relaciones de clase para llevar a cabo su análisis.

De este modo, se trata de una estructuración activa de las clases y grupos sociales, en donde para su identificación y comprensión no basta con señalar los principales rasgos de la estructura económica, sino que es preciso clarificar los distintos factores, con sus correspondientes tipos y niveles, que intervienen en la estructuración de las clases. Precisamente, el problema central que debe enfrentar el análisis de clases, a decir de Giddens, es el modo en que las relaciones estrictamente económicas se transforman en estructuras sociales “no económicas”, vale decir, identificar los factores que intervienen en el proceso a través del cual una categoría económica se convierte en un grupo o formación social efectiva e identificable. Con esto, como se puede apreciar, el análisis de la estratificación y las clases permite trascender una visión exclusivamente nominal o descriptiva de los grupos, para dar cuenta de su existencia como agrupaciones o formaciones sociales reales.

Sobre la base de esto, Giddens va a distinguir entre factores mediatos e inmediatos de estructuración de clases. Los primeros corresponderían a aquellos que intervienen, precisamente, entre la existencia de determinadas posiciones en el mercado (capacidades de mercado) y la formación de clases como grupos sociales identificables. Particularmente, los factores mediatos se ligarían al importante fenómeno de la movilidad social, en tanto la distribución de las oportunidades existentes en una sociedad implica distintos niveles de conformación de grupos sociales, siendo su caso extremo aquél en donde la carencia absoluta de movilidad contribuye a la reproducción permanente de las experiencias vitales comunes entre distintas generaciones y, por ende, al cierre y permanencia temporal de un grupo o clase social.

Así, las capacidades de mercado que componen el ámbito de los factores mediatos de estructuración de clases, en el marco de la sociedad capitalista, serían principalmente: (a) la posesión de la propiedad de los medios de producción; (b) la posesión de cualificaciones educativas o técnicas; y (c) la posesión de la fuerza de trabajo manual. Como se puede apreciar, el análisis de Giddens hasta aquí sigue de cerca los planteamientos weberianos revisados al comienzo, lo cual lo lleva justamente a plantear que en la medida que en las sociedades capitalistas cada una de esas capacidades de mercado se vincula a la existencia de un grupo social particular, la estructura de clases en éstas tiende hacia la consolidación de un sistema genérico compuesto de tres clases: alta, media y baja u obrera.

Ahora bien, el problema para el análisis de la estratificación y las clases es, como ya se planteaba, dar cuenta de los mecanismos a través de los cuales ese sistema genérico, derivado de la inserción económica en el ámbito del mercado, se manifiesta en la diversidad de sociedades históricas concretas, dando origen a grupos y clases definidos e identificables, lo cual implica considerar las variaciones que éstas presentan en términos de desarrollo económico y político.

Por otro lado, los factores inmediatos que participan en la estructuración de las relaciones de clases corresponden a aquellos que pueden considerarse como particulares o localizados en la formación de un grupo social, a saber: (a) la división del trabajo dentro de la empresa o unidad productiva; (b) las relaciones de autoridad dentro de la empresa o unidad productiva; y (c) la influencia de los denominados grupos distributivos, entendidos como aquellos que se producen a partir de relaciones que entrañan formas comunes de consumo de determinados bienes o servicios.

A partir de esto es pertinente realizar algunas precisiones analíticas que realiza Giddens, sobre todo por su utilidad para la identificación y comprensión de los sectores medios. En primer lugar, como se mencionó, los grupos distributivos corresponden a aquellos que se estructuran en torno a formas comunes de consumo, lo cual no implica que éstas -como en el caso de los grupos estamentales weberianos- vayan asociadas directamente a determinados niveles de prestigio u honor social. En el caso de que existan tales evaluaciones de prestigio se trata de una situación de status y, aún más particularmente, cuando éstas dan como resultado la configuración de relaciones sociales que derivan su coherencia de niveles de prestigio compartidos, corresponde hablar de un grupo de status. De esta manera, como se aprecia, el problema nuevamente es diferenciar analíticamente la inserción meramente económica de un grupo en la esfera del consumo (grupo distributivo) de su articulación como una formación social real e identificable (grupo de status).

En segundo lugar, es necesario no confundir -como lo ha hecho parte importante del análisis sobre estratificación y clases de acuerdo a Giddens- los dos primeros factores inmediatos de estructuración de clases mencionados. Es decir, se trata de no reducir las relaciones de autoridad al interior de la empresa a una expresión causal de las diferencias en la división del trabajo en la misma, las cuales se asocian más bien a distinciones de carácter técnico en el ejercicio de las labores. De esta manera, por ejemplo, la distinción entre trabajo manual y no manual, o también entre labores productivas y no productivas, no arroja directamente diferencias en el ejercicio de la autoridad, lo cual es fundamental, de acuerdo a Giddens, al momento de comprender la particularidad de los sectores medios.

Además de los factores mediatos e inmediatos que intervienen en la estructuración de las clases, Giddens destaca otros aspectos importantes de considerar al nivel de la formación de los grupos y las relaciones entre éstos. En primer término, se trata de la idea de reconocimiento de clase, que implica la identificación que realiza un grupo social sobre actitudes, creencias y estilos de vida que son considerados como propios o particulares, y que se diferencia de la conciencia de clase, en tanto ésta implica, además de un reconocimiento propio, la identificación de otras clases sociales con sus respectivos comportamientos y estilos de vida. Desde aquí es posible distinguir, al nivel de las relaciones de clase, entre un conflicto social y una contradicción, en donde aquél alude a una oposición de intereses de clase, mientras que la segunda representa un conflicto que alcanza el nivel de una discrepancia entre un modo existente y un modo posible de organizar las relaciones de autoridad.

A partir de estos factores y elementos, entonces, es posible situar e identificar a las clases medias. Cabe precisar, como orientación general, que el análisis de Giddens considera particularmente a los sectores medios como aquellos que desempeñan ocupaciones de tipo administrativo y comercial, a los profesionales y técnicos, y en menor medida -producto de su disminución en el marco del capitalismo avanzado- a los grupos vinculados a la pequeña propiedad (pequeña burguesía, o de acuerdo a Giddens, “antigua clase media”).

De esta manera, en primer lugar, en el ámbito de los factores mediatos las clases medias aparecen vinculadas a la capacidad de mercado que se deriva de la posesión de cualificaciones educativas y técnicas, a diferencia del ejercicio de la fuerza de trabajo manual propio de la clase obrera.

Pero a ello se debe agregar la importancia que adquieren en su configuración los factores inmediatos, particularmente la articulación de grupos distributivos que generan formas de consumo particulares, y desde ahí, grupos de status que asocian niveles de prestigio determinados a las pautas propias de los sectores medios. Un caso ilustrativo de esto, al decir de Giddens, serían las pautas de consumo en el ámbito de la vivienda que desarrollan los sectores medios, en donde es posible identificar la existencia de “barrios de clase media” a los cuales se asocia un determinado prestigio social.

Ahora bien, también las formas y mecanismos a través de los cuales los sectores medios reconocen sus estilos de vida y costumbres propias presentan particularidades que contribuyen a su estructuración como grupo social identificable. De esta manera el reconocimiento de clase de los sectores medios se vincularía a una perspectiva cognitiva signada por una paradoja crucial, en la medida en que transcurre mediante una negación de la existencia de las clases, asociándose, por el contrario, a una imagen de la sociedad que reconoce la responsabilidad y el logro individual como los ejes de las posiciones y la movilidad social. En suma, la “imagen de sociedad” que se estructuraría en los sectores medios si bien implicaría una percepción jerárquica de la estructura ocupacional, sus posiciones, conflictos y movimientos (ascendentes o descendentes) serían interpretados en relación a esfuerzos e iniciativas individuales, y no a partir de la relación entre clases sociales.

Por último, cabe mencionar los factores que actuarían como mecanismos que impulsan la diferenciación interna de los sectores medios, que se ligarían, por una parte, a las diferentes capacidades de mercado que presentan sus miembros (factor mediato) y, por otra, a distinciones en las relaciones que operan en el seno de la división del trabajo (factor inmediato). El primero, entonces, apuntaría especialmente a la capacidad de mercado significativamente relevante que poseen los miembros de los sectores medios que pueden ofrecer conocimientos técnicos o simbólicos especializados, vale decir, los grupos profesionales. Mientras que el segundo se refiere al carácter particular de las tareas o labores técnicas que se desempeñan en el marco de la organización del trabajo.

Otro de los enfoques sobre las clases sociales que mayor debate teórico e indagaciones empíricas ha suscitado en la sociología contemporánea es, sin lugar a dudas, el desarrollado por el neomarxista Erik Olin Wright, en el cual también se pueden encontrar referencias bastante interesantes para la identificación de las clases medias. Los trabajos de Wright, desarrollados a partir de los años setenta, se enmarcan dentro de un complejo intento teórico por construir un concepto de estructura de clases que, derivándose lógicamente en sus conceptos del modelo original marxiano, sea capaz de operar en un nivel de análisis mucho más concreto y micro, posibilitando la comprensión de las variaciones históricas entre sociedades y el impacto de la clase sobre la vida de sus miembros. Además, su análisis posee una relevancia particular en el marco de la presente revisión, toda vez que, como ha sostenido en más de una ocasión, se animan fundamentalmente por la pretensión de situar e identificar de modo comprensivo y coherente, dentro de un renovado concepto de estructura de clases, a las denominadas “clases medias”.

En primer lugar, al igual que en el caso de Giddens, para Wright las clases no deben considerarse como meras posiciones o roles anclados en la estructura ocupacional, sino que se definen y conforman como tales a partir de las relaciones que establecen entre sí, esto es, desde la vinculación que desarrollan en el marco de las relaciones sociales de producción. Es por ello, entonces, que la estructura de clases no remite a una jerarquía ocupacional o un esquema gradacional, sino que debe entenderse como un conjunto de posiciones que se definen relacionalmente, representando cada una de ellas un empleo, tratándose, en suma, de “un mapa relacional de la estructura de empleos”.

Ello implica, de acuerdo a Wright, mantener lógicamente al menos tres supuestos teóricos que siempre porta el análisis marxiano: 1) Un vínculo interno entre los conceptos de clases y la noción de modo de producción, y desde ahí, la relación con una teoría de las variaciones históricas de la estructura de clases; 2) La idea de que las clases se definen relacionalmente mediante la explotación, lo que determina que posean intereses antagónicos; y 3) La ambición de una ordenación teórica de los conceptos. Estos tres supuestos, además según Wrightm, darían una superioridad analítica al enfoque marxista sobre las aproximaciones weberianas, a pesar de que éstas puedan -precisamente por carecer de dichos supuestos o pretensiones- lograr una mayor precisión empírica.

Ahora, si bien esto implica considerar que las posiciones de clase se producen dentro de relaciones sociales, debe tenerse en cuenta, precisa Wright, que lo que se relaciona no son las posiciones en sí mismas, o los agentes que las ocupan, sino que más bien el conjunto de prácticas que las caracterizan como tales. De este modo, por ejemplo, la “relación capital-trabajo” identificada como central en el análisis marxiano, debe entenderse como un conjunto de prácticas relacionales a partir del cual se sitúan y definen las correspondientes clases sociales (burguesía y proletariado).

A partir de estas consideraciones generales, Wright desarrolla su primer intento de aproximación a las posiciones intermedias de la estructura de clases. En esta aproximación, va a considerar que las posiciones de clase se definen a partir de dos dimensiones principales o prácticas relacionales constitutivas, a saber: (a) las relaciones de propiedad que se estructuran en torno a la explotación; y (b) las relaciones de posesión y control que se constituyen a partir de la dominación. En el marco del modo de producción capitalista, estas dimensiones darían origen a tres posiciones de clase claramente definidas o simples, y además, a tres posiciones de clase contradictorias, donde precisamente se ubicarían los grupos caracterizados comúnmente como “clases medias”.

Las primeras -las clases propiamente tales- corresponderían, por una parte, a aquellas posiciones que son ocupadas por quienes poseen la propiedad de los medios de producción y ejercen la autoridad o el control en el proceso de trabajo, vale decir, la burguesía; y por otra, las posiciones que carecen de propiedad y dirección en su trabajo, esto es, el proletariado. Finalmente, Wright considera las posiciones que, siendo propietarias de medios de producción y controlando su proceso productivo, se vinculan con la producción simple de mercancías (pequeña burguesía).

Por su parte, las posiciones contradictorias de clase estarían ocupadas por los directivos y supervisores, los asalariados semiautónomos y los pequeños empresarios. En el primer caso, corresponderían a una posición contradictoria en la medida en que si bien ejercen autoridad en el marco del proceso de trabajo, no son los dueños o propietarios de los medios de producción, razón por la cual ejercerían prácticas propias tanto de los capitalistas como del proletariado.

Los asalariados o empleados semiautónomos -por ejemplo los profesionales, expertos y técnicos-, también ocupan una posición contradictoria de clase, pero no en el marco del mismo modo de producción capitalista, sino que combinan elementos de relaciones de producción propiamente capitalistas con relaciones de producción simple de mercancías, lo que se plasma en que ejercen un control directo sobre su propio proceso laboral (como la pequeña burguesía), pero al mismo tiempo deben vender su fuerza de trabajo para sobrevivir (como el proletariado).

Por último, los pequeños empresarios constituirían una posición contradictoria en tanto combinan relaciones pequeñoburguesas, como productores directos que trabajan junto a sus empleados, y relaciones capitalistas, derivadas de la explotación que ejercen sobre aquellos. En suma, el esquema que resume esta primera aproximación analítica es el siguiente:

 

Esquema 1

LAS POSICIONES CONTRADICTORIAS DE CLASE (E.O. WRIGHT)

Ahora bien, de acuerdo a Wright, esta aproximación a los sectores medios presenta atractivos y falencias que es preciso tener en cuenta al intentar desarrollar indagaciones empíricas desde sus nociones centrales. Entre sus ventajas, se presentaría, en primer lugar, el hecho de integrar sistemáticamente a la clase media dentro de una estructura de clases definida de modo relacional; en segundo lugar, la inclusión que logra en el análisis, a partir de integrar criterios referidos a la dominación y la autonomía en el trabajo, de la experiencia concreta (vivida) de las posiciones intermedias dentro de la producción, contribuyendo a una aproximación mucho más concreta en su definición de clase; y por último, la idea de las posiciones contradictorias abre un espacio importante en el análisis para las dimensiones políticas e ideológicas que participan en la formación de clase, es decir, el proceso posible mediante el cual una posición de clase con intereses materiales contradictorios se constituye como un actor colectivo organizado. Mientras que, por el lado de las falencias del esquema, se encontraría el dar una excesiva relevancia al criterio de la dominación, en desmedro de la explotación, para la definición de directivos y asalariados semiautónomos; a lo cual se agregaría, algo aún más relevante, la no distinción entre empleo estatal y privado, y finalmente las dificultades de operacionalizar la categoría de los empleados semiautónomos.

Considerando esto, Wright desarrolló un segundo intento de aproximación conceptual, basándose fundamentalmente en la aplicación de la teoría de juegos al análisis de la explotación desarrollada por John Roemer. La pretensión central de dicha aplicación, que recoge Wright, es analizar distintos sistemas de explotación considerando la organización de la producción como un “juego”, en el cual intervienen actores que portan variados tipos de bienes productivos que les sirven para generar ingresos sobre la base de determinadas estrategias y reglas.

Desde aquí Wright distingue cuatro tipos de bienes que son la base de variadas relaciones de explotación (explotaciones múltiples), que se definen a partir del acceso diferencial que las clases tienen sobre éstos. Concretamente, considera los siguientes bienes con su correspondiente forma de explotación característica: (a) bienes de la fuerza de trabajo (explotación feudal); (b) bienes de capital (explotación capitalista); (c) bienes de organización (explotación estatista); (d) bienes de cualificación (explotación socialista).

Ahora bien, si bien cada forma de explotación corresponde a un modo de producción abstracto, en las sociedades reales siempre se articulan o combinan diferentes mecanismos de explotación. Esto implica, de acuerdo a Wright, que en una estructura de clase concreta existan posiciones que puedan ser explotadas a través de un mecanismo de explotación, pero que, al mismo tiempo, sean explotadoras a través de otro mecanismo, constituyéndose, por tanto, como posiciones intermedias. Es aquí, en suma, donde se sitúan las clases medias en esta segunda aproximación de Wright.

En el caso particular de la sociedad capitalista, precisa Wright, los bienes que configurarían las relaciones de explotación, y por ende la estructura y sus posiciones de clase, serían los de capital, organización y cualificación. De este modo, por ejemplo, una posición intermedia como la ocupada por los directivos sería capitalistamente explotada pero a la vez explotadora de bienes de organización, o también el caso de los expertos o técnicos, que son explotados de forma capitalista y explotadores de cualificación.

A partir de estas dimensiones, se produce un esquema bastante más diferenciado y complejo de posiciones de clase, que se representa del siguiente modo:

 

Esquema 2

LA ESTRUCTURA DE CLASES DESDE LAS EXPLOTACIONES MÚLTIPLES (E.0. WRIGHT)

Finalmente, conviene mencionar algunos ideas que Wright ha incorporado a su análisis, sin estructurar aún una tercera aproximación, pero que son relevantes para la identificación de los sectores medios. En primer lugar, se trata del concepto de posiciones múltiples de clase, que se refiere a quienes poseen más de un empleo, y a los que, siendo empleados, pueden convertir parte de su renta en acciones u otro tipo de propiedad capitalista. En segundo término, la noción de posiciones mediatas de clase remite a la medida en que ciertos intereses de clase -como las amas de casa o los estudiantes– no pueden analizarse en vinculación directa con la ocupación, sino que se deben articular con las redes sociales en que éstos se insertan (por ejemplo, las redes de parentesco y las unidades familiares). Y por último, se debe considerar la existencia de posiciones temporales, vale decir, incluir en el análisis de la estructura de clase la dimensión temporal asociada a la trayectoria (movilidad) que poseen determinadas categorías ocupacionales (por ejemplo, los profesionales y directivos asociados a labores en las cuales existen carreras).

Como se señalaba al comienzo de este capítulo, los trabajos e investigaciones comparativas sobre estructura de clases y movilidad social realizados por John Goldthorpe constituyente otra referencia central a tener en cuenta para la conceptualización de los sectores medios. Comúnmente caracterizado como neoweberiano, a pesar de rechazar en más de una ocasión dicha calificación, la preocupación central del enfoque desarrollo por Goldthorpe -en conjunto con otros miembros del denominado grupo de Nuffield- remite a comprender las consecuencias que los mecanismos y procesos de movilidad social acarrean sobre la formación y la acción de las clases en el marco de las sociedades industriales avanzadas. A partir de ello ha elaborado un interesante e ilustrativo esquema de clases, que de acuerdo a su consideración, más que un mapa definitivo debe entenderse como un instrumento de viaje para ser explorado en diversos contextos.

Al igual que los enfoques de Giddens y Wright anteriormente reseñados, la aproximación de Goldthorpe a la estructura de clases se caracteriza esencialmente por su carácter relacional, vale decir, por concebir e identificar a las clases a partir de los vínculos que establecen entre sí, y no a partir de una clasificación gradualista o meramente jerárquica de un determinado atributo (como la renta o el prestigio).

De esta manera, en un primer acercamiento, Goldthorpe elaboró un esquema de clases basado en datos ocupacionales de la sociedad británica, identificando ocho categorías que a su vez se pueden agrupar en denominaciones mayores. Así, en el punto más alto del mapa de clases, encontraríamos una clase elitista, a la cual le sigue la clase de servicio, identificándose en su interior las categorías de clase de servicio alta y subalterna. Mientras que, en la parte inferior del mapa, se situaría la clase trabajadora, compuesta a su vez por las categorías de los trabajadores calificados y los no calificados. Entre ambas, precisamente, se ubicaría una amplia y variada clase intermedia, que aglomeraría a las categorías correspondientes a la “clase de cuello blanco”, la “pequeña burguesía” y la “clase trabajadora alta”. En suma, el mapa de clases se presentaría de la siguiente manera:

 

Esquema 3

PRIMER MAPA DE CLASES (J. H. GOLDTHORPE)

Clase elitista

I. Clase de servicio alta

II. Clase de servicio subalterna

Clase de Servicio

III. Clase de cuello blanco

IV. Pequeña burguesía

V. Clase trabajadora alta

Clase Intermedia

VI. Clase trabajadora calificada

VI. Clase trabajadora no calificada

Clase Trabajadora

En aproximaciones posteriores, Goldthorpe ha profundizado dicho mapa, incluyendo nuevas categorías o especificando otras ya existentes. Particularmente, ha considerado los siguientes criterios principales para la identificación de las clases y sus correspondientes categorías: (a) la propiedad/no propiedad de los medios de producción; (b) la diferencia entre empleadores / autoempleados y empleados, considerándose diferencias también en el número de empleados cuando se poseen; (c) la distinción manual / no manual y agrícola en el ejercicio de las labores; y (d) el tipo de relación de empleo.

Conviene destacar el último criterio mencionado, pues a partir de su profundización Goldthorpe ha avanzado en la identificación de determinadas categorías y clases sociales. Las relaciones de empleo, de acuerdo a Goldthorpe, deben analizarse a partir de dos componentes fundamentales que influyen en la estructuración y la formación de las clases, a saber: (a) las formas de regulación del trabajo (particularmente expresadas en el tipo de contrato); y (b) la estabilidad de los ingresos y rentas que se obtienen desde el empleo.

En términos más precisos, el primer componente de la relación laboral (la regulación del trabajo), remite al hecho de que los empleadores escogen al personal empleado para cumplir, básicamente, las funciones de control y monitoreo o el ejercicio de un conocimiento especializado, lo que se plasma en tipos de contratos distintos. De esta manera, el empleo de la clase trabajadora se regularía mediante un contrato especifico, que implica una cierta cantidad de trabajo sobre la base de tiempo o producto que se intercambia por un determinado nivel de ingreso (salarios). A diferencia de lo que sucede con la clase de servicio, la cual presente un vínculo contractual relativamente difuso y de largo plazo (“código de servicio”), que se expresa en oportunidades de hacer carrera -en especial entre los profesionales y managers-, derivándose expectativas de ascenso y promoción, además de la existencia de honorarios e incentivos. Finalmente, las posiciones intermedias poseerían formas de contrato mixtas, es decir, ligadas tanto a características propias del vínculo básico y al de servicio.

Por otro lado, la estabilidad de los ingresos representa un factor fundamental que, ligado al tipo de contrato, diferencia a la clase de servicio de la clase trabajadora. En efecto, el contrato básico de los trabajadores requiere esfuerzo físico y baja autonomía en el proceso mismo, y se caracterizaría por la menor estabilidad en sus ingresos, mientras que la clase de servicio al desempeñar labores de conocimiento o control, entabla una relación de confianza con sus empleadores, que se mantiene a través de incentivos y oportunidades de ascenso, tendiendo por tanto sus ingresos a ser más prospectivos...

 

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